Resumen general sobre ”Los 7 pecados capitales del inversor” de Michael Dowling y Brian Lucey.
- Comprar y vender compulsivamente: Comprar y vender acciones cuesta dinero, según un estudio realizado por académicos de los EEUU, el 20% de los inversores particulares que más hacían trading en su cartera obtuvieron en el período de estudio una rentabilidad media del 11,4%. El 20% de los inversores individuales que dieron menos rotación a su cartera obtuvieron una rentabilidad media del 18,5%. Con esto podemos decir que las estrategias a largo plazo te pueden hacer ganar más dinero que las estrategias a corto plazo.
- Invertir por apariencia: La apariencia no es nada, los beneficios son algo y el cash flow lo es todo. Invertir simplemente porque una empresa es conocida o te gusta no es el camino seguro para el éxito. No hay que seguir las modas. Lo que cuenta son los estados financieros y los fundamentales del valor.
- Seguir a las masas: Sólo existe un número limitado de acciones de una compañía, si todo el mundo quiere comprarlas, entonces las acciones subirán de precio. La envida por la rentabilidad que están consiguiendo los demás puede ser uno de los motores más potentes para crear burbujas. Comprar algo por encima de su valor fundamental no representa ningún problema si existe otro inversor que te lo compra más tarde, el problema se centra en que es bastante complicado saber si tu no serás el último en comprar.
- No Diversificar: El pecado capital por excelencia. Uno de los pecados más comunes es el de invertir todo el dinero en 1 o 2 acciones. El principio es sencillo, mediante la diversificación puedes atenuar el riesgo de tu cartera.
- Orgullo: La naturaleza humana es reticente a reconocer sus errores. A los inversores les suele costar comprender que han competido un error y suelen evitar vender en pérdidas. Cuando cae la cotización de una acción en la que hemos invertido solemos ser reacios a vender en pérdidas esperando que con el tiempo la acción se recupere e ignorando las señales de alarma y las noticias que nos pueden estar indicando que nunca más volverá a alcanzar el precio de compra. La idea es: “Prefiero vender ahora que pierdo poco que mañana que perderé mucho”.
- Seguir la tendencia en precio de las acciones: Es un clásico para muchos inversores tratar de determinar el precio futuro de las acciones basándose en la historia reciente de la cotización de la acción. Parece que hay estudios empíricos que demuestran que hasta el día de hoy no existe ninguna técnica que basándose en la tendencia de una acción permita al inversor obtener rentabilidades superiores al mercado. Este pecado nos dice a grandes rasgos, que es más importante el análisis fundamental que el análisis técnico para basarte en comprar o vender acciones.
- Ignorar las lecciones de la historia: La memoria de los inversores suele ser bastante corta, y ya se sabe, aquel que no aprende se sus errores suele repetirlos. Es por esto por lo que las burbujas financieras. Sean realizado estudios sobre la aparición de las nuevas industrias que en sus respectivas épocas tenían un gran futuro y potencial (ferrocarril, aviación, electrónica, internet) y realmente sólo un puñado de las empresas cotizadas en estos sectores han tenido a largo plazo un buen comportamiento, pues acertar en plena burbuja que empresas serán las ganadoras es una tarea bastante complicada.
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