Cualquiera que haya buscado dinero rápido por Internet se habrá percatado de la proliferación de las empresas financieras de prestación de minipréstamos. Estás se propagan por la red como esporas en primavera y ofrecen créditos urgentes con la pasmosa facilidad que permite la difusión online. Entre todas las páginas que desfilan ante nuestros ojos encontramos entidades financieras especialistas en créditos a corto plazo, la banca tradicional, compradores de productos crediticios, webs de préstamos entre particulares…
El denominador común a todas ellas es el perfil sus clientes. Personas que, ante la falta de liquidez motivada por la escasez de crédito bancario y la pérdida de poder adquisitivo derivada de la crisis económica, se ven obligadas a buscar con denuedo la manera más rápida y segura de conseguir financiación.
A pesar este rasgo paradigmático que caracteriza a la gran mayoría de solicitantes de estos créditos online rápidos, sí que encontramos ciertas diferencias en sus tipologías, siendo distintos sus objetivos y pretensiones al pedir dinero “préstado”.
La tipología de los solicitantes de minicréditos
Partimos del axioma de que, la persona que pide dinero a cierto tipo de interés, como es el habitual en estos minicréditos y que ronda el 1% diario con un plazo máximo de 30 días, tiene una imperiosa necesidad que le impele a aceptar sus condiciones. La experiencia nos ha demostrado que esto no siempre es de obligado cumplimiento y que existen variadas razones, algunas insospechadas, por las que alguien puede pedir un préstamo que es otorgado en 10 minutos: y es que esta accesibilidad es un caramelo difícil de rechazar.
• Clientes solventes que tienen una necesidad puntual de dinero
La vivienda, la alimentación o las facturas habituales son esos gastos de ineludible necesidad. Es por tanto bastante obvio que la mayoría de los préstamos solicitados van dedicados a pagarlos. Ante la posibilidad de incurrir en un impago de la cuota mensual de la hipoteca, llenar el frigorífico o pagar el recibo de la luz, la oportunidad de conseguir el dinero mediante un minipréstamo de hasta 500 o 600 euros es una tabla de salvación que tener muy presente.
Estos clientes acuden a los servicios de estas entidades financieras para cubrir las puntuales faltas de liquidez; pero en ningún caso las utilizan para sanear sus cuentas, ya que tienen ingresos recurrentes y emplean estos pequeños créditos como si un adelanto de nómina se tratara. Es la manera más inteligente de solicitarlos, ya que no habrá problemas de solvencia que les impida devolverlo, ni una excesiva recurrencia que provoque una merma prolongada de sus fondos.
• Clientes solventes que quieren darse un capricho
No entraremos a valorar la pertinencia de ciertos gastos considerados comúnmente accesorios, ya que estos, en la mayoría de las ocasiones, tienen una positiva repercusión en nuestra salud tanto física como mental: desde llevar a cabo ese viaje tan largamente deseado a comprar el último gadget de nuestra empresa tecnológica favorita. Estas acciones tienen como resultado mejorar nuestra calidad de vida, de una u otra manera.
Sucumbir a nuestras apetencias consumistas no es una buena práctica cuando la economía anda algo justa, pero un considerable porcentaje de solicitudes de microcréditos tienen como fin financiar este tipo de compras. Es un cliente que no recurre a estos servicios de manera reiterativa pero que sabe que, en caso de andar corto de liquidez, no se privará de su antojo.
• Clientes con problemas de solvencia
Las estrecheces económicas por las que pasan muchos españoles proveen a estas entidades financieras de una buena cantidad de sus clientes. Ya hemos aludido a dos de los tipos de clientes que solicitan sus productos: los que puntualmente necesitan el dinero para pagar un gasto común, y los que los emplean para adquirir un bien o servicio accesorio; en ambos casos, el denominador común es la solvencia del solicitante que tiene la certeza de que podrá devolver el préstamo. Pero hay una tipología de cliente que realiza sus solicitudes estando al filo de la insolvencia.
Desempleados a los que se les acaba la prestación, pensionistas con las cuentas semiembargadas para hacer frente a los pagos de hipotecas (tanto propias como ajenas), autónomos a los que no les abonan sus facturas, son usuarios de estos préstamos personales con alto riesgo de incurrir en impagos. Algunos de ellos se encuentran inscritos en registros de morosidad y ciertas compañías no les conceden crédito, en el caso de entidades como Sucredito.es o Cashper.es estas aceptan a solicitantes incluidos en este ominoso fichero. En todo caso, son clientes con alto riesgo de impago debido a su precaria situación económica y no suelen poder acceder a las cantidades más altas de estos minipréstamos.
En ninguno de estos casos la empresa prestataria entra a valorar el uso que se le dará al dinero. Los únicos parámetros que tendrá en consideración serán aquellos vinculados a su situación fiscal y financiera y, en función de estos, le será otorgado un préstamo de determinada cantidad.
Muy interesante, pero el texto esta lleno de simbolos como si se hubiese importado mal