Aquellos que tengan un sueldo inferior a 30.000 euros apenas se verán afectados por el fin de la deducción por vivienda, una medida que entrará en vigor el 1 de enero de 2011 y con la que el Gobierno prevé ahorrar 2.928 millones. Así lo establecen los Presupuestos Generales del Estado que ayer presentó el Ejecutivo, los más austeros de la democracia española.
Las cuentas públicas del año que viene dicen textualmente que se eliminará la desgravación a aquellas “bases imponibles que superen los 24.170,20 euros”. Ahora bien, la base imponible es distinta al salario bruto.
El salario bruto es la cifra total que cobra un trabajador -independientemente de que tenga uno o más pagadores-, mientras que la base imponible se calcula restando a ese salario bruto las deducciones del trabajo.
Entre ellas están los rendimientos del trabajo -que oscilan entre los 2.652 euros para los sueldos más altos y los 4.080 euros para los más bajos- y las cuotas a la Seguridad Social. Desde este punto de vista, un trabajador con un salario bruto de 30.000 euros, sólo por estas dos deducciones que se aplican a todos los trabajadores, tendría una base imponible de 25.400 euros.
Pero, además, la base imponible puede reducirse a poco que se pague anualmente 1.500 euros en cuotas sindicales o de colegios profesionales, las mutualidades, los pleitos laborales… Y, por tanto, podría entrar en la banda de la desgravación.
No obstante, este perfil de trabajador no podría desgravarse el máximo de 9.040 euros que se permite ahora, ya que la nueva normativa establece unos tramos de entre los 24.170 y los 17.707 euros. Por tanto, la máxima ventaja fiscal sólo se la podrán aplicar los trabajadores cuyos salarios no superen los 22.000 euros.
Por ejemplo, la base imponible igual o inferior a 17.707,20 euros podrá deducirse un máximo de 9.040 euros anuales, mientras que la base imponible que se encuentre entre esa cantidad y el tope de 24.170,20 euros se deducirá menos. La cantidad exacta depende de cada caso. Para calcularlo, basta con restar los 17.707,20 euros a la base imponible del trabajador y multiplicar ese resultado por 1,4125. Este resultado, a su vez, se tendrá que restar a 9.040 euros.
De este modo, sobre una base de unos 21.700 euros, la desgravación asciende a 3.400 euros, mientras que aquel que tenga una base imposible al límite de los 24.000, se deduciría unos 90 euros.
A pesar de estas diferencias, una pareja que quiera comprar una vivienda puede encontrar ventajas si, por ejemplo, hace las declaraciones por separado, ya que así ambos se beneficiarán de la deducción. José María Molliner, secretario general de los Técnicos de Hacienda (Gestha), argumenta que, si uno cobra 30.000 euros y el otro 20.000, «podrían seguir desgravándose si declara cada uno por separado».
A la hora de desgravar más o menos dinero también influyen otros factores como ser soltero, estar casado o tener hijos. “Una persona soltera se desgravará menos que otra que tenga hijos, porque Hacienda entiende que su dinero sirve para varias personas”, explica José Trecet, director de contenidos de FinancialRed.
De hecho, la mayoría de los trabajadores entrarían en esta horquilla porque, según los datos de Gestha, “cerca de 26 millones de personas en España percibe unos ingresos inferiores a 30.000 euros. O, lo que es lo mismo, un 88% del total”.
Por último, los Presupuestos para el próximo ejercicio también establecen que, quienes se hayan comprado una casa antes del 1 de enero de 2011 -cuando entra en vigor esta medida-, “disfrutarán de un régimen transitorio respetuoso con los beneficios existentes en la actualidad”, sea cual sea su salario y su base imponible.