Primero fueron Grecia y Portugal y ahora le ha llegado el turno a España. Los tres principales candidatos a caer por la crisis de la deuda son precisamente los que más están sufriendo. Con la crisis Grecia como protagonista por las dificultades para crear un plan de rescate con unas cuentas negativas que no cuadran y que no paran de crecer -ahora se estima que Grecia podría necesitar hasta 120.000 millones de euros-, era solo cuestión de tiempo que su deuda alcanzase el nivel de bonos basura. Sin embargo, no era tan esperada la rebaja simultánea de la deuda portuguesa que también llevó a cabo S&P.
El resultado fue el derrumbe de los mercados que se ha reproducido a primera hora de la mañana con caídas superiores al 4%. Al final, las bolsas han capeado el temporal -sólo han cedido un 2,99%- y las constantes reticencias alemanas al plan de rescate -totalmente lógicas por otra parte- con caídas de apenas un 1,5% gracias, en parte, a que S&P ha esperado hasta última hora para soltar su noticia bomba: Rebaja la calificación de la deuda española a largo plazo de AA+ a AA y la pone en perspectivas negativas.
Nada nuevo, pero a buen seguro que mañana volveremos a ver una joranda de números rojos y abultadas pérdidas. Otra vez la orden será la venta del país por desconfianza -premonitorio post de Antonio Espin titulado «Todavía no se descuenta lo peor»-. S&P justifica esta decisión alegando la debilidad de la economía española y aumentar por lo tanto los riesgos de impago. ¿Quiebra españa? Todavía no, pero la situación no es ni mucho menos positiva.
Parece cada vez más claro que España puede ser la próxima Grecia, aunque por fortuna aquí no hay constancia de que se han falseado las cuentas del estado y todavía hay margen de maniobra -aunque no excesivo-. Eso sí, la recuperación económica que vaticinaba hoy el Zapatero en el Congreso puede que tarde ‘un poco’ más en llegar.
Aparte del tema finanzas, lo que hay detrás de todo eso es la mala imágen histórica de España. Lo que se dice de nosotros se podría decir igualmente de Gran Bretaña. Si no se dice es porque ese país lleva siglos invirtiendo en proyectar una imágen sólida. Más o menos lo mismo que llevamos nosotros tirando piedras contra nuestro propio tejado y dejando que otros hagan otro tanto desde el extranjero. Los detalles de ese curioso proceso están explicados en el número de diciembre de «La Bitácora de Pedro Morgan». Su lectura os resultará muy esclarecedora.