A lo largo de los dos últimos años Nueva Rumasa se había convertido en una de las grandes historias de la empresa española. La compañía parecía había revivido de sus cenizas y estar preparada para despegar de nuevo. Una intensa camapaña publicitaria de captación de capital a través de bonos le volvía a colocar en primera plana. Sin embargo, la historia no ha tardado en darse la vuelta.
Lo cierto es que Nueva Rumasa nunca ha dejado de estar ‘bajo vigilancia’ por buena parte de la sociedad económica. Desde estas páginas ya nos preguntábamos qué había detrás de la última emisión de la compañía. ¿El motivo? La fórmula de financiación elegida. Es decir, unos pagaré de 50.000 euros queno requerían pasar por el regulador para su comercialización.
Pese a todo, Nueva Rumasa ha conseguido captar cerca de 140 millones de euros en los últimos dos años y ahora más de 50.000 inversores escuchan atentamente las noticias sobre los embargos preventivos decretados por la Seguridad Social por imago. En total, el conglomerado acumula una deuda de 76 millones de euros según El País.
Como es lógico, desde la Nueva Rumasa han asegurado que esta es sólo una situación temporal y que la compañía cumplirá con todos sus compromisos. El propio José María Ruíz-Mateos ha escrito una carta abierta defendiendo el proyecto y la forma de proceder de la empresa.
Sin embargo, lo que empieza a preocupar a los inversores es qué va a pasar con su dinero. Estamos hablando de las diferentes emisiones de pagarés de Nueva Rumasa. Por el momento no se han producido impagos en las obligaciones contraídas por la empresa con sus inversores, que varían desde rentabilidades del 12% hasta el 9% en los últimos pagarés con una inversión mínima de 50.000 euros, pasando por la última fórmula: ampliación de capital en Dhul, por 30 millones de euros, y en Clesa, por 12 millones.
El problema en este punto, tal y como explican desde Cinco Días, es que Nueva Rumasa no consolida como un holding a la hora de afrontar el pago de los pagaré, de forma que son las sociedades que los emitieron quienes deben responder por los mismos. Es decir, que el grupo podría mantenerse mientras una empresa del mismo entra en concurso de acreedores. De producirse esta situación, los tenedores de pagarés estarían en segundo lugar en el orden de prelación u orden de pago. Es decir, que serían acreedoresordinarios, de forma que primero cobrarían los propietarios de deuda privilegiada y ya después lo tenedores de pagarés y otro tipo de deuda, a excepción de la subordinada, que está la última en el orden de pago.
De entrar en concurso de acreedores, los gestores se harían cargo de la empresa y primero se establecería un plan para tratar de reflotarla (esto incluye el impago temporal de la deuda, entre otras cosas). En caso de que no fuese posible, ya se procedería a la liquidación de la sociedad, vendiendo sus bienes para intentar hacer frente a sus obligaciones.