¿Sacar el dinero de España o no? Esa es la cuestión

La prima de riesgo española por encima de 500 puntos, intensos rumores de ruptura del euro, la espada de Damocles en versión corralito se mantiene amenazante sobre las cabezas de los españoles y para colmo Bankia, uno de los bancos españoles con mayor número de clientes, en estado de emergencia. El caldo de cultivo para el pánico no podía ser más jugoso, y ante esta situación no pocos ciudadanos se han planteado la cuestión: ¿qué hago con mi dinero? ¿Me puedo llevar mis ahorros fuera de España? ¿Es fácil abrir una cuenta en el extranjero?, por Pilar Blázquez.


 

Como muchos de ellos habrán comprobado, ninguna de estas tres preguntas tiene una respuesta fácil, a no ser que quién se la plantee sea propietario de una gran fortuna. Pero en ese caso no estaría consultando esta noticia. Los grandes bancos y los asesores de patrimonio ya les han solucionado el dilema. Y es que no hace falta leer a Harry Browne, para saber que una de las reglas de la seguridad financiera pasa por sacar parte del capital fuera del país de residencia. En cambo, no les ocurre igual a quienes después de toda una vida de ahorro ( y sin ingentes cantidades para diversificar) se encuentran con todas las alarmas del sistema financiero español desatadas.

A la primera cuestión ¿Qué hago con mi dinero?, la respuesta depende mucho de cuánto dinero se tiene y en qué condiciones. Si está en un depósito a plazo hay que valorar si compensa el riesgo de sacarlo a costa de perder los intereses o no. En principio, si esa cantidad no supera los 100.000 euros está avalada por el Fondo de Garantía del Estado, luego no habría por qué tener miedo.

Otra cosa es que el dinero esté en fondos de inversión o productos financieros complicados, como pueden ser las participaciones preferentes, pagarés o incluso los Unit Link, aquellos seguros tan famosos a finales del siglo pasado y que ahora pueden dar más de un quebradero de cabeza a sus propietarios.  En ninguno de estos casos el Fondo de Garantía del Estado cubre el dinero invertido. La salida fácil para los capitales miedosos que estén en fondos de inversión es buscar otro fondo de inversión que no sea español y traspasar a ese el dinero. Los propietarios de pagarés, preferentes o Unit Links tendrán que ver si les compensa perder parte del capital invertido a cambio de recuperar la libertad del resto de su dinero o confiar en que el banco siga cumpliendo y abone los réditos prometidos.

En cambio si es de los que tienen participaciones preferentes (sobre todo en el caso de Bankia) y le han obligado a canjearlas por acciones, los expertos recomiendan vender cuanto antes. Esperar sólo significa ver mayores caídas en los precios de las acciones financieras españolas. La recuperación no se espera hasta dentro unos años, tal vez demasiado tiempo para quien quiere disponer libremente de sus actuales inversiones.  Así que la forma menos complicada para llevarse el dinero fuera de España es invirtiendo en activos extranjeros, bien sean fondos de inversión o también acciones. No hace falta decir (pero lo hacemos para que nadie se lleve sustos) que está modalidad de escapatoria no está exenta de riesgo.

Frente a esto está la seguridad que da abrir una cuenta en el extranjero y depositar en ella los ahorros. Esto que, en principio no debería suponer ningún quebradero de cabeza, ya que estamos en el mundo de libre movimiento de capitales, tampoco es fácil. La libertad de viajar de un lugar a otro a mayor velocidad que la luz y sin pasar por ninguna aduana es un privilegio destinado a los inversores de primeras, es decir a los más ricos, a las grandes masas de capital.

Intentar hacerlo con unos suculentos ahorrillos de 10.000 o 20.000 euros es casi tan complicado como colarse de polizón en el Air Force One ( el avión del presidente de EEUU).  Para sacar más de 10.000 euros en efectivo de España hay que pasar por un tedioso trámite burocrático  para que Hacienda no pierda su control. Es más, se exige el cumplimiento de un documento denominado “modelo S1” de forma voluntaria y antes de que lo solicite el Servicio de Aduanas, luego ya sería tarde. Es decir, optar por la vía de pillar la maleta y marcharse a Suiza es de todo menos rápida, si se quiere hacer legalmente, por supuesto.

La variable de abrir una cuenta en un banco extranjero, que tampoco debería suponer mucha complicación en un mundo dominado por Internet y la tecnología, se complica cuando el dinero se interpone (a no ser que sean grandes cantidades, en ese caso nadie pone problemas). Suiza, ese maravillo lugar paradigma de la seguridad, exige un mínimo de 35.000 euros y una recomendación para abrir una cuenta normalita. Es decir, identificada y pagando los impuestos correspondientes al fisco español y las comisiones al banco suizo. Si lo que se demanda es “discreción”, es decir que los banqueros suizos hagan gala de su famoso secreto bancario, no se empieza a negociar por menos de un millón de dólares. Pero como hemos dicho antes, de esas gestiones ya se encargan otros. En algunos foros de internet se puede encontrar información sobre bancos online suizos que permiten la operativa de abrir una cuenta sin tanto trámite. En este caso hay que tener cuidado; no sea que por querer salir de Málaga nos vayamos a meter en Malagón y dentro de unos meses no enteremos de que esos bancos no eran más que oportunistas a la caza de los miedosos ahorradores españoles.

 

Más información: La fuga de depósitos empeora la situación en Grecia.

 

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