Primero dijimos que eran las palabras del presidente del Banco Central Europeo, las que hacía subir los mercado. Más tarde, que la ausencia de ellas. Ahora que el mercado espera un inminente rescate de España y por eso vuelve a confiar en la deuda, sobre todo, a medio plazo (dos años). Pero según cuenta el diario estadounidense The Wall Street Journal, el verdadero motivo de la recuperación del mercado en estos días tiene su origen en una tensa conversación entre el primer ministro Italiano, Mario Monti y la mano que mece la cuna de la crisis, la todo poderosa Angel Merkel.
El enfrentamiento se produjo la noche del 28 de junio durante la cumbre del G-20 que se celebró en Los Cayos, México, según explica el diario estadounidense en un larguísimo artículo cargado de alabanzas a la actuación de Mario Monti. En plena madrugada, el mandatario italiano amenazó a la canciller alemana con bloquear todas las decisiones de la cumbre si Europa no aceptaba ayudar a Italia (y ya de paso España) a frenar la subida de la prima de riesgo y, por tanto, sus costes financieros.
Monti había propuesto que el fondo europeo de rescate interviniera para aliviar la tensión en el mercado de bonos italianos y español, sin que ambos países tuvieran que sufrir el estigma de solicitar el rescate. La propuesta contó incluso con el apoyo del Presidente de los EEUU, Barack Obama. Pero aun así Merkel se resistió.
Pero Monti estaba dispuesto a plantar cara al azote de Europa. Se sentía fuerte con el aval que le daban las potentes reformas que había implantado en Italia, enfrentándose incluso a su propio parlamento. También España estaba aplicando un buen paquete de reformas y el castigo de los mercados no paraba. Estaba claro, al menos para el mandatario italiano que era la hora de Europa.
Habían dado las cuatro de la madrugada y el pacto por la estabilidad fiscal con el que Merkel quería volver a Alemania estaba todavía en el aire. El pulso lo ganó Monti aunque no con la contundencia que le hubiera gustado. Merkel cedió: “habrá compra de bonos”, eso sí a cambio ambos países deberían pedir un rescate aunque fuera “suave”.
Ahora sólo queda saber que entendieron ellos por rescate “suave”.
Leer el artículo original en The Wall Street Journal