Mantener hábitos de vida saludables y gestionar el bienestar personal es sin duda una buena idea desde todos los puntos de vista, sin embargo, cuando esto se convierte en un imperativo corporativo los resultados pueden no ser los esperados, más aún, según diversas fuentes académicas en la búsqueda por obligación de ese bienestar puede acarrear un mayor número de empleados enfermos de lo habitual.
Según afirman académicos de la City University de Londres y la Universidad de Estocolmo en Suecia, el empeño de las empresas en tratar de que sus empleados sean más saludables y felices trae consigo que haya muchos que se sientan peor.
Esto, que se ha venido a llamar por algunos el Síndrome de Bienestar en el fondo no es más que una extensión de algo que parece se viene dando en la última década y va a más. Los mensajes de búsqueda de hábitos saludables, abandonando el consumo del tabaco, haciendo ejercicio y manteniendo dietas saludables por ejemplo, han sido una parte importante de los mensajes globales de salud de los gobiernos europeos durante la última década, esto se ha trasladado al mundo empresarial cada vez en mayor medida.
De esta manera son muchas las empresas que siguen estos dictados y buscan ofrecer a sus empleados políticas saludables en programas y estímulos que pueden rayar lo obsesivo, basándose también en ese mensaje de adoptar dietas saludables, planes de ejercicio y abandonar hábitos poco saludables, esto hace que la obsesion por la salud y el bienestar cuando se convierte en un imperativo ya también en los propios entornos obliga en apariencia, siempre según académicos de las citadas instituciones, a mantener una apariencia de optimismo y felicidad incluso cuando no se es optimista ni se atraviesa un periodo feliz.
La presión para maximizar el bienestar puede llegar realmente a obtener los resultados contrarios, generando incluso una tendencia a pensar que estar sano y aparentemente feliz se relaciona de manera directa con una persona moralmente buena mientras que una persona con mala salud o que no atraviesa una época feliz es un fracaso moral. Todo ello se recoge en una reciente publicación en forma de libro con el nombre de El Sindrome del Bienestar.
La empresa y la salud
Desde luego la parte que se relaciona con la importancia que la empresa concede a la salud y el bienestar no está para nada desencaminada. Si tomamos como templo de Estados Unidos veremos cómo anualmente (y en forma creciente) las empresas estadounidenses gastan más de 6000 millones de dólares anuales en programas de bienestar para sus empleados, otro dato relevante podría ser por ejemplo el que más del 70% de la lista Fortune 250 tiene o está en fase de implementación para impulsar programas de bienestar para sus empleados, estamos hablando de programas cada vez más complejos en los que se contempla desde asistencia para bajar de peso hasta terapia para dejar de fumar o acceso preferente a gimnasios, consejos de alimentación saludable o entrenadores personales.
Esto va más allá, por ejemplo, si tomamos como referencia el consumo de tabaco veremos cómo hemos pasado de la tendencia de prohibir fumar en los centros de empleo, algo ya asumido, a una tendencia más compleja y controvertida, no contratar fumadores. Esto no es ya ninguna novedad, se está implementando cada vez más por ejemplo el sector de la salud privada donde no hay lugar en estas empresas para los trabajadores fumadores.
Un camino peligroso
Ejemplos como el anterior relacionado con el tabaco o la creciente tendencia a la obligación al uso de tecnologías para el seguimiento de los registros vitales, incluyendo cuestiones como los niveles de estrés, las ingesta de comida, patrones de sueño etc. (algo que determinadas compañías ya está incorporando) marca sin duda un futuro controvertido en el que técnicamente se da por supuesto que para ser un buen empleado (como el líder) no solamente hay que mostraron un desempeño correcto en el trabajo sino también poseer una buena salud y los excelentes hábitos de vida.
Se suele tomar como ejemplo en este punto el increíble aumentó de altos ejecutivos de empresa estadounidenses que participan en maratones, por ejemplo, el número de consejeros delegados de empresas de este país que corría maratones aumentó un 85% en tan sólo una década entre 2000 y 2010.
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