Más allá de nuestra personalidad, muchas veces nosotras mismas nos convertimos en el obstáculo a superar y nuestra actividad y por ende nuestra economía, sufren las consecuencias de habernos preocupado tanto por lo que nos pasa, en lugar de ocuparnos.
El estrés es la respuesta del cuerpo a condiciones externas que perturban el equilibrio de una persona. Del inglés “stress”, en castellano “fatiga”, es una reacción fisiológica del organismo, una respuesta natural de supervivencia frente a determinadas situaciones. Las condiciones del mercado laboral sumado a los problemas que se presentan en el trabajo de cada una como así el miedo a perderlo constituyen una de sus principales fuentes.
Las manifestaciones más frecuentes son el insomnio, la irritabilidad, la falta de concentración, las palpitaciones, la sensación de boca seca, alteraciones en la piel y varias más según el organismo, y con distintas intensidades. Cuando a nuestro cuerpo se le exige una carga extra de energía pierde las reservas de vitamina B, lo que nos vuelve vulnerables.
El punto es aprender a combatir esta reacción. Algunos consejos son:
- Comer equilibradamente
- Dormir 8 horas diarias
- Mirar una película en lugar del noticiero
- Hacer ejercicio unas tres veces por semana
- Ir al psicólogo
- Hacer lo que te gusta, empezar una actividad que quisiste hacer toda la vida o simplemente salir a caminar
- Probar terapias alternativas o prácticas como el yoga, Reiki o meditación
- Evitar preocuparse y apurarse
- Controlar las emociones, evitando angustiarse por lo que nos pasa
- No recurrir a las drogas, el alcohol o la automedicación
- No guardar sentimientos reprimidos, identificar los errores y hablar los problemas
- Darle importancia a la respiración y a tu sentido del humor
- Tomar las decisiones que tienes aplazadas
- Intentar seguir rutinas
- Evaluar el presupuesto familiar y ver cómo lo puedes mejorar
- Darte mensajes positivos
- Entender que tu tienes el control de tu cuerpo, mente y espíritu