Hoy se han conocido los datos sobre pernoctaciones y ventas de vehículos en España con un resultado sorprendetemente positivo. Así, el número de matriculaciones en frebrero creció un 47% en febrero respecto al mismo periodo de 2009. En toral se matricularon 91.281 unidades el pasado mes. Mientras, las pernoctaciones en hoteles crecieron un 0,3% en enero en tasa interanual.
En teoría, uno podría llegar a pensar que el consumo empieza a recuperarse, pero la realidad es bien distinta. Basta con escarbar un poco -ni demasiado hondo- en estas cifras para darse cuenta de que ‘no es oro todo lo que reluce’. En el caso de las matriculaciones, el espectacular ascenso no lo es tanto, ya que se compara con uno de los peores meses de 2009. En febrero del año pasado las ventas cayeron un 49% y resultaba relativamente sencillo que el de 2010 resultase mejor.
Además, las 91.281 unidades matriculadas suponen un volumen relativamente bajo si se comparan, por ejemplo, con las 120.000 unidades de febrero de 2008. Es decir, se venden mas coches, pero no tantos, y lo más preocupante de todo es la causa de este incremento de las ventas. Desde las pripias asociaciones de fabricantes (Anfac) y vendedores (Ganvan) han asegurado que detrás de estos números se encuentran las ayudas para la compra de vehículos del Gobierno a través del Plan 2000E, que se decidió ampliar en 2010.
El problema es que estas ayudas no son eternas ni deben serlo. De hecho,en los primeros dos meses del año podrían haberse agotado ya la mitad de los 100 millones de euros con los que está dotado el programa en 2010. ¿Y qué pasará cuando ya se hagan descuentos en los coches? El plan del Gobierno era que para entonces la recuperación económica avanzase a buen ritmo y por lo tanto la reactivación del consumo mantuviese unos niveles aceptables. Sin embargo, el entorno actual está muy lejos de ese momento. De hecho, hay más dudas que certezas acerca de que la economía se recupere al ritmo previsto. Traducido al sector de la automoción esto puede suponer un nuevo desplome de las ventas, seguramente no del calado del vivido en 2009, pero sí muy significativo. Y todo esto sin contar el efecto que tendrá en junio la anunciada subida de IVA.
En el caso del aumento de las pernoctaciones, se produce un hecho curioso que habla de la evolución de los precios, es decir, de la inflación. Según los datos del INE, en enero se registraron un total de 11,3 millones de pernoctaciones, un 0,3%, aunque los ingresos de los establecimientos hoteleros experimentaron un descenso del 6% según el recién inaugurado Índice de Precios Hoteleros (IPH). En concreto, la facturación por habitación ocupada, (que alcanza un valor medio de 67,2 euros, lo que supone 2,7 euros menos que en enero de 2009) y el ingreso por habitación disponible (que se sitúa en 26,2 euros, 1,2 euros menos que hace un año).
Estas cifras hablan por sí solas del ajuste de precios que ha tenido que llevar a cabo el sector para mantener por lo menos el volúmen de ventas. En el fondo, se trata de la respuesta más habitual de los empresarios a la contracción del consumo, un recorte de precios para seguir atrayendo clientes. El problema es que estamos hablando de enero, un mes generalmente prolífico para el sector hotelero debido a las Navidades y donde más flexibilidad debería de haber en teoría para mantener los precios, pero ni por esas…
La situación del sector hotelero y esta caída de ingresos no es ni mucho menos una excepción. Prácticamente todas las actividades, salvo contadas excepciones, están realizando ajustes similares. Sólo hay que fijarse en cómo se adelantaron las rebajas de enero a casi antes de Navidad. Este fenómeno también se está dejando notar en la evolución del IPC, que según el dato adelantado de febrero caerá una décima. Esto no quiere decir ni mucho menos que España vaya a caer en deflación ni mucho menos, sólo que tampoco debemos esperar un despegue brutal del IPC 2010 -la previsión oficial está en el 1% pero las estimaciones de los expertos hablan del 1,5% cuando hace apenas unos meses la situaban en el 2%-.
Por el momento la inflación es el menor de los problemas para las grandes economías, que están más centradas en recuperar el consumo y evitar otra recaída. Pero en España harían bien en revisar su estructura de precios en relación a los salarios. Uno de los grandes problemas de la economía española es que tras la entrada en el Euro la inflación real se disparó de forma desmesurada pero el cambio de metodología en el cálculo del IPC tapó ese dato a efectos estadísticos y oficiales. Así, nos encontramos con unos precios exagerados para una población con un salario medio (21.500 euros al año) que tampoco refleja que seis de cada diez españoles son mileuristas y para quienes los precios actuales de muchos productos -y sobre todo de la vivienda- son inaccesibles.