Nos podemos consolar con la salud, el amor y demás subapartados del horóscopo, pero el dinero siempre será el dinero y los ricos no dejarán de ser noticia. En pleno debate planetario sobre la contribución real de los millonarios a las arcas públicas (desde Francia a Estados Unidos pasando por la misma España), el sistema fiscal de cada nación puede servir de termómetro para fijar la fotografía del debate.
En teoría (ya veremos que sólo en teoría), el nivel de ingresos al que se aplique el tipo máximo en el Impuesto sobre la Renta debería señalar la barrera a partir de la cual se puede hablar de ricos.
Pero en la práctica resulta que el tipo máximo ya castiga por lo general más a la clase media que a la alta de verdad y, por ejemplo, en España se tributa un 43% (que es más que el máximo en muchos otros países desarrollados) a partir de poco más de 52.000 euros anuales de ingresos.
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