El término Ajuste puede tener varias acepciones. Sin embargo, el significado más temido es el que se desprende de su faceta económica o financiera.
Comencemos con algo básico. El ajuste, ya sea en nuestra economía familiar, en la economía de la empresa o en la mismísima economía del país, nace cuando, simplemente, no nos alcanza el dinero. Podemos postergar el ajuste tomando un crédito, pero tarde o temprano tendremos que adecuar nuestro modo de vida a lo que tenemos, sea mucho o poco.
O sea: podemos posponer el ajuste a la espera de tiempos mejores, pero si estos tiempos mejores no llegan o se dilatan, el ajuste es inevitable. Y eso es lo que tendrán que hacer muchas de las economías desarrolladas de Occidente: tomaron demasiada deuda y alguien tendrá que pagarlo.
El ajuste no es otra cosa que gastar menos. Sin embargo, un país está conformado por sus habitantes, y si el Gobierno de un país decreta un ajuste, no le quepa la menor duda que ese ajuste lo pagarán los ciudadanos de ese país. Grecia es un buen ejemplo: el ajuste fiscal es tan fuerte que ya ha sufrido dos huelgas generales en menos de 10 días.
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