Después de la intervención de la CAM era previsible que no todo siguiera como si nada. Se ha tenido que utilizar dinero público para evitar la quiebra de una entidad financiera gestionada de forma horrorosa. Y lo que no podía ser es que los clientes e inversores que metieron su dinero comprando cuotas participativas no afrontaran los riesgos a que se enfrentaron.
A pesar de que entiendo que la gente que compró participaciones preferentes de la CAM se merece cobrar su dinero, muchos de ellos mal asesorados por el director de su sucursal, no es menos cierto que corrieron un riesgo a cambio de una potencial rentabilidad privada. Y ahora no es muy justo que sea el sector público el que asuma las pérdidas de una inversión desafortunada, con el dinero de todos los contribuyentes.
Si leemos con atención los riesgos de este tipo de producto, en el propio folleto que la CAM registrado en la CNMV, veremos que nos dice: