Veía recientemente la película Lincoln, la misma está muy centrada en una de las facetas de mítico presidente la abolición de la esclavitud. Una decisión que tenía unas implicaciones económicas enormes. Una de las cosas que más me ha hecho pensar ha sido como se logró, mediante la corrupción de 20 votos demócratas, muchas de ellos de carácter económico, pues se detalla con claridad la compra de votos mediante “favores” económicos. De la visión de la película me surgía una duda, puede el fin justificar los medios.
Estos días los medios de comunicación vienen plagados de titulares de casos de corrupción política y de gestores de empresas en nuestro país. La reciente encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas, CIS, sobe el barómetro social de diciembre mostraba como gran preocupación de nuestra sociedad precisamente esta faceta aupándose juntamente con la crisis económica que sufrimos a los primeros puestos de preocupación por parte de la ciudadanía. No es de extrañar la coincidencia que a mi juicio, ambas, están totalmente relacionadas. España como comentaba la semana pasada dice ser una economía de libre mercado organizada de forma que es la libre interacción de oferta y demanda son las fuerzas que van regulando el mundo económico. No es posible libre mercado y corrupción, es aceptable la equivocación pero no la corrupción.
La corrupción da alas a las posiciones intervencionistas
El diccionario de la Real Academia de la Lengua, RAE, muestra una definición de corrupción que dice: en las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores. Por tanto la corrupción altera totalmente los mecanismos del libre mercado, desde el momento que esas prácticas alteran totalmente el buen funcionamiento de este modelo económico, al viciar las funciones de los gestores en provecho propio.
Las sociedades a través de sus leyes deben luchar contra todo este tipo de actuaciones. Los casos que en estos momentos se investigan son muy graves y sin lugar a dudas desvirtúan enormemente el funcionamiento de nuestro mercado. Son estas actuaciones las que impactan y dan alas a las posiciones intervencionistas para criticar y derribar las bases económicas.
Más argumentos para la economía sumergida
Mientras que haya corrupción es imposible una economía de libre mercado pues cercena de raíz su enorme bondad, una asignación equitativa y eficiente de los recursos económicos. Pero es más, es especialmente grave, pues da argumentos a aquellos que actúan o se sitúan en la denominada economía sumergida, aquella actividad que evade impuestos, generando fuertes desajustes. Como Plutarco pone en boca de Cesar: la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo.
Es absolutamente necesario no solo desde el punto de vista moral y ético sino desde el epicentro de nuestra organización económica no solo perseguir, juzgar y penalizar a los corruptos. Debe también dotarse de un amplio dispositivo que permita evitar cualquier atisbo de corrupción. Todos comenzando por los partidos políticos deben, irremediablemente, hacer de la lucha contra la corrupción un objetivo inquebrantable. Es la propia economía quien está detrás.
Miguel A. Bernal Alonso / Previsionsocial.net
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