Que el fútbol es más que un deporte es una evidencia que constatamos cada fin de semana, cada fin de temporada. Es habitual ver en los resúmenes de televisión o en los diarios deportivos las alegrías y las penas de los jugadores y los aficionados que se producen al final de un partido, al final de las campañas cuando estos equipos descienden de categoría, cuando dejan de militar en la mejor liga del mundo. Sin embargo, aunque parezca mentira no es la pasión de los aficionados o la tristeza de los futbolistas lo que más afecta a los clubes cuando descienden de categoría. Lo que más se resiente después de un descenso es la economía de esos clubes y, por ende, de las ciudades donde está radicado. Son muchos clubes los que no han podido aguantar un descenso de Primera a Segunda y se han visto abocados a descender una categoría más o a entrar en concursos de acreedores.
Hay que tener en cuenta que descender de Primera División a Segunda puede reducir las ganancias de un club en un 75% en conceptos de televisión, que puede representar hasta el 80% del presupuesto de los clubes si no hay ventas importantes de jugadores. Es decir, un club que gane, por ejemplo, 20 millones de euros en Primera División, sólo cobra alrededor de cinco en Segunda, aunque hay variables dependiendo de los pinchazos de televisión de cada equipo, del público que acuda a los estadios a ver a ese equipo o de los resultados que hayan obtenido en las últimas campañas.
Un aspecto a tener en cuenta es que en los últimos años los equipos que bajan a Segunda tienen una ayuda de la Liga dependiendo de los años que haya permanecido en Primera División, entre seis y 10 millones, lo que les ayuda a afrontar la enorme disminución en su presupuesto al descender de categoría. Hay que entender que el descenso de ingresos hace imposible el pago de las nóminas de jugadores de Primera en Segunda, aunque clubes como el Real Valladolid llevan varias temporadas firmando jugadores con cláusulas en las que los salarios de los jugadores bajan hasta un 50% si el equipo desciende a Segunda.
Pero las ciudades no sólo se resienten deportivamente de un descenso de su equipo de fútbol. Cuando un club de la zona media baja de Primera tiene un presupuesto de 20 millones, por ejemplo, ese dinero revierte, muchas veces se gasta, en la misma ciudad, amén de que en los estadios de estos equipos hay más público, las aficiones rivales viajan más, consumen en restaurantes, pernoctan en hoteles y se convierten en una publicidad, en una imagen, de la ciudad que llega a millones de personas en todo el mundo cada semana.
Por último, si descender de Primera a Segunda supone un gran hándicap para los clubes que pierden la categoría, jugar la Champions League multiplica los ingresos de los clubes y de las ciudades. Hay que recordar que en esta competición, además de un fijo que ronda los 10 millones de euros, sus participantes reciben una cantidad por cada partido ganado y empatado. El campeón puede llegar a embolsarse hasta 45 millones de euros, con lo que eso supone para un club y para esa ciudad.
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