Mientras Europa es incapaz de mirar nada que no sea el ombligo de su crisis, y EEUU intenta dilucidar como esquivar el abismos fiscal y al tiempo superar el shock del enésimo tiroteo de su historia en una escuela infantil, al otro lado del planeta está sucediendo algo que, a pesar de pasar desapercibido, podría convertirse el punto de inflexión de la economía mundial. Se trata de las elecciones en Japón.
Porque sí, aunque ustedes apenas se hayan enterado y la noticia no lleve meses abriendo los telediarios como sucede con las contiendas electorales estadounidenses, ayer domingo los japoneses acudieron a las urnas. Como ya viene siendo habitual en esta crisis, el castigo fue para el partido en el Gobierno y los nipones han vuelto a apostar por el líder del Partido Liberal Democrático, Shinzo Abe, que ya fue primer ministro entre septiembre del 2006 y septiembre del 2007, y que ahora concurría a las elecciones con una política económica totalmente diferente a la que se ha venido aplicando en el país en las últimas décadas.
A diferencia de lo que ocurre en Europa y EEUU, la crisis en Japón viene de lejos, en concreto desde la década de los noventa del siglo pasado. Desde entonces, todos los gobiernos nipones aplicaron las medidas de austeridad que ahora se ven en EEUU y Europa con una evidente falta de efectividad ya que han mantenido a la economía del país del sol naciente en recesión durante ya casi dos décadas.
Mientras Japón era el único país en crisis, las lecciones que le llegaban desde occidente le alentaban a que su banco central inyectar más dinero en la economía y provocara inflación si es que quería crecer. Sin embargo la deflación ( no crecimiento y no inflación) se enquistó en la economía. En 1999, Ben Bernake ya criticaba al banco de Japón por su parálisis ante la situación económica y durante toda la década de los noventa del siglo pasado, Paul Krugman no se cansó de recomendar a Japón que luchara para incrementar la inflación. Friedman llegó a argumentar que sólo una inyección ilimitada de dinero por parte del Banco Central de Japón podría ser la solución. Pero entonces, EEUU colapsó y Europa entró en crisis y en lugar de aplicar los consejos que daban a Japón apostaron por aplicar las mismas políticas. El resultado, como estamos comprobando en Europa, ha sido igual de catastrófico. Años de estancamiento del crecimiento.
Como la experiencia es un grado, Abe llega dispuesto a darle una vuelta a esta tortilla económica que ya huele a chamusquina. Ha conseguido la mayoría absoluta en las elecciones prometiendo que una inyección ilimitada de liquidez en la economía para incrementar la inflación..
La expansión monetaria en Japón debería reducir el precio del yen y, por tanto, incrementar su exportación. Más importante aún, podría rebajar las tasas de interés internas reales y estimular la inversión. La creación de expectativas firmes de que los precios serán más altos en el futuro de lo que son hoy en día debería alentar a las empresas y hogares por igual a la adquisición de bienes raíces evitando ese mortal círculo vicioso de dejar las grandes inversiones para cuando bajen los precios en un futuro que nunca llega. Todo esto debe animar a todos a invertir y gastar más. Porque, por mucho que se empeñe la señora Merkel en Europa, sólo con el gasto de todos se puede actividad económica. A pesar de que como ella, son muchos los economistas que apoyan la teoría de la austeridad para salir de la crisis.
Pero como decíamos antes, la experiencia es un grado. Y tras demasiados años de aplicarla Japón y su nuevo presidente parecen dispuestos a probar una nueva medicina. Si les funciona no sólo curarán la gran cantidad de males que aquejan Japón, sino que con toda probabilidad iluminará el camino a seguir para el resto del mundo desarrollado.
Por el bien de todos, esperemos que a Abe le salgan las cosas como espera.
Ojala funcione el cambio. De todos modos, aunque lo haga, ya saldran los que diran que la mejora se debe a las dos decadas de austeridad anteriores y que el nuevo gobierno solo ha recogido los frutos del trabajo de otros…