El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, anima a Rajoy a «mantener el impulso adquirido» con los recortes. A finales de este mes, el ejecutivo comunitario decidirá si exige a España tomar medidas adicionales en el plan de reformas.
Cuando se trata de atender a las declaraciones de un político europeo cualquiera tras una reunión del Eurogrupo, el secreto está en leer entre líneas para percibir lo que realmente nos está queriendo decir.
Así, cuando Jeroen Dijsselbloem, presidente del ejecutivo comunitario, alaba ante los micrófonos los «importantes esfuerzos» de nuestro país para luchar contra el desequilibrio fiscal y anima a «mantener el impulso», para terminar anunciando que tras el 29 de mayo se decidirá si se nos exige la toma de nuevas medidas, lo que realmente tenemos que entender es: «sí, van por el buen camino, pero no es suficiente: vayan ustedes haciendo un nuevo agujero en su cinturón».
Olli Rehn, comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, termina rematando la faena incidiendo en un hecho obvio y bastante contradictorio: que hay que facilitar el crédito bancario en el sur de Europa y que el principal «reto» para España es reducir el elevado desempleo.
Claro que, lo que ambos mandatarios europeos se esfuerzan en no ver, es que las políticas contractivas que se empeñan en imponer cual dogma divino a los países del sur de Europa son directamente causantes de agravar el desempleo y dificultar la corriente del crédito.
Previsiblemente, el 29 de mayo Bruselas prorrogará dos años el plazo para que España adecúe su déficit al 3% establecido en el Pacto de Estabilidad; pero a cambio exigirán adoptar toda una nueva batería de recortes que aseguren que pasado ese tiempo no haya que pedir una nueva prórroga. A eso se refieren con «mantener el impulso».