¿Invertirías en bolsa en esos ‘engendros’ de las cajas llamados SIP?

Muy pronto te podrían preguntar en la oficina de tu caja de ahorros habitual si estás dispuesto a invertir en bolsa en el SIP al que pertenece tu entidad.


Para muchos, esta figura también conocida como fusión fría no es más que el vehículo que ha permitido a estas entidades realizar un proceso de integración light que les ha dado acceso a las ayudas económicas públicas. ¿Apostarías por unas entidades con un supuesto alto potencial de mejora respecto a la difícil situación actual? ¿O preferirías no asumir el riesgo de unos grupos aún poco transparentes, en los que persistirán las interferencias políticas y que aún deben hacer un duro ajuste a la baja en sus balances?

Varios SIP han mostrado públicamente su interés por desembarcar en la bolsa. Así lo contemplaba inicialmente el que Caja Madrid lidera con Bancaja. Aunque a finales de julio descartó esta opción, “por el momento”.

De forma más explícita lo contempla Banca Cívica, que ha declarado su intención de hacerlo “cuanto antes”. Este grupo liderado por Caja Navarra opera con ficha bancaria y podría sacar al mercado parte de su capital.

“En realidad van a funcionar como bancos. No es una mala idea que las cajas salgan a bolsa y que obtengan liquidez que luego se traslade al crédito que conceden a empresas y particulares. Otra cosa muy distinta es que todas las entidades estén preparadas”, asegura Enrique Quemada, primer ejecutivo del banco de inversión independiente One to One, que ve como potenciales candidatos a los grupos citados anteriormente. Pero, ¿es realmente atractivo comprar títulos de un SIP? Para muchos, es muy pronto.

En junio, el presidente de Mapfre –Caja Madrid es el principal socio de la aseguradora- José Manuel Martínez ponía de manifiesto lo difícil que es vender la fórmula del SIP o fusión fría. “Los SIP son una fórmula que debería terminar en una fusión, porque no es demasiado atractiva”.

Otros van más allá. Como señala un gestor de carteras que prefiere no ser citado “la fusión fría es un engendro forzado por el Banco de España para reestructurar el sector y salvar a las cajas sin futuro. El invento precisa tiempo para aunar las voluntades, los intereses y los estilos de gestión de cada uno de los grupos de cajas integradas”.

Posible error de libro

Y considera también que sería un error de libro salir ahora. “Pueden tener la tentación de salir a bolsa para fortalecerse. Pero todo el mundo sabe los problemas que tienen las cajas. Es mejor esperar, reestructurar los grupos, ponerlos a velocidad de crucero y venderlos en unos años tres o cuatro veces más caros de lo que se podrían vender ahora”.

Si la fórmula del SIP es difícil de entender para cualquier ciudadano de a pie, mucho más difícil sería convencer a los inversores del atractivo de invertir en bolsa. “La renta variable, en general, ha perdido interés. Para que las cajas den el salto a la bolsa tienen que ser lo suficientemente grandes y líquidas. Y a ver qué SIP cumple esos requisitos ahora. Yo creo que ninguno”, explica Alejando Ruyra, de Kepler.

Pablo García, de Oddo España, no se anda con rodeos. “Tendrían que convencerme mucho para poner un solo euro. Pero estoy dispuesto a que la realidad me demuestre lo contrario”. García cree que las cajas aún deben hacer una fuerte depreciación de activos en balance y “tienen un componente político que al inversor no le gusta. ¿Quién garantiza que se van a regir por criterios estrictamente profesionales?».

De momento, la única experiencia bursátil de una caja es la de la CAM, que colocó en 2008 sus cuotas participativas. El valor apenas se mueve y su protagonismo en bolsa es sencillamente residual.

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