A principios de 2011 cuando la Generalitat de Cataluña emitió bonos destinados a pequeños ahorradores se apeló al apoyo a la ‘patria’ para su comercialización. Un año después se ve que aplicar razones sentimentales a las inversiones no es una estrategia muy acertada.
Según los datos que ha publicado hoy la agencia EFE, entre 2011 y principios de 2012, sólo la Generalitat de Cataluña y la Valenciana emitieron 8.801,76 millones en bonos destinados a pequeños ahorradores que ahora están empezando a tener problemas para recuperar su dinero.
Y es que estos bonos se negocian en un mercado secundario de deuda donde para que uno venda es necesario que alguien esté dispuesto a comprar. Pero con tres comunidades autónomas solicitando el rescate del estado y otras muchas en el punto de mira, el de los bonos autonómicos es un negocio cada vez menos atractivo. Tan poco, que según los datos que maneja Efe, el volumen de movimientos diarios rara vez llega a 50.000 euros, frente a los millones de euros que mueven otros títulos de deuda.
Además, los precios nunca alcanzan la inversión inicial por la necesidad perentoria de vender de algunos ciudadanos y «la existencia como únicos interesados de especuladores que ven la posibilidad de obtener una buena plusvalía», explica el profesor de Economía del Instituto de Empresa, Juan Carlos Martínez Lázaro.
Por ejemplo, los bonos catalanes que se emitieron en abril de 2011 con un plazo de amortización de dos años se vendieron la semana pasada a un precio del 87,1 % (con pérdidas próximas al 13 % para el inversor inicial), lo que supone para el comprador una rentabilidad del 15,5 %, propia de los activos de alto riesgo.
En el caso de los bonos valencianos emitidos en diciembre de 2011 con vencimiento a un año, el rendimiento para los compradores llegó la semana pasada al 24,59 %, mientras que el vendedor sufrió una pérdida cercana al 7 %.
Peor lo tienen los inversores en bonos de otras Comunidades Autónomas como Andalucía o Murcia, con los que directamente no se registran transacciones, según datos de Bolsas y Mercados.
En una empresa de intermediación recuerdan que los bonos patrióticos tienen una percepción de riesgo mucho más alta que la del Estado español, que ya de por sí es elevada teniendo en cuenta la situación de la economía.
Ante la iliquidez del mercado y las malas condiciones de las operaciones, la única salida para los inversores es mantener los bonos hasta su vencimiento, ya que su pago está asegurado de momento. «El Gobierno no va a permitir que las Comunidades Autónomas dejen de pagar su deuda porque ello supondría sembrar aún más dudas sobre la capacidad de pago de España», señala el analista de CM Capital Markets, Jorge Lage.
Algunos expertos creen que el negocio de colocar bonos patrióticos entre los ciudadanos de a pie está al borde de la extinción, dado que sus altos intereses son ya insostenibles, la inseguridad se ha extendido entre el público en general y hay multitud de atractivas alternativas para colocar los pequeños ahorros.