Invertir en criptomonedas se está convirtiendo en uno de los paradigmas más complejos relacionados con el mundo de la inversión, que, además, por extensión, está acercando a la inversión a un perfil de usuario que, con poco conocimiento de inversión, de las criptomonedas y en general de los riesgos que se corre en este tipo de inversiones, se acerca a los activos digitales cada vez en mayor medida.
No son pocos los analistas que realizan comparaciones, más o menos afortunadas sobre la oleada de inversores que está llegando al mercado de casi 6000 criptomonedas. Una de las que más interesantes parece, es la que compara la fiebre inversora en activos digitales con la fiebre del oro.
Las comparativas con otros modelos de inversión
Por entonces, muchos eran los que acudían llamados a la posibilidad de ganar grandes beneficios, pero, pocos eran los que realmente obtenían esos grandes beneficios, y, generalmente, la verdadera rentabilidad del oro se encontraba de manera lateral en industrias como la joyería, o en la especulación e inversión del oro ya procesado.
Con las criptomonedas, está ocurriendo, salvando todas las distancias lógicas, una suerte de fiebre del oro digital que, desafortunadamente, trae consigo una oleada de inversores habidos de hacerse ricos de manera rápida, y que, en general, son inversores que, en el mejor de los casos, podrán retirarse de las operaciones con pérdidas ligeras. En el peor de los casos podrán perder incluso capital aportado.
Los riesgos de la inversión en criptomoneda van mucho más allá de algo evidente como la volatilidad de los activos digitales. De hecho, es un error atribuir como único riesgo a las monedas digitales suelta volatilidad, ya que, esta existe, pero no es ni mucho menos el único factor de riesgo.
El factor emocional en la inversión en criptomonedas
Un factor del que qué se habla poco, y que tiene que ver de manera lateral con la volatilidad, es la falta de control emocional de la inversión. Este es un riesgo terrible y que, sin embargo, para un usuario con poca formación inversora, pasará desapercibido.
El riesgo emocional es el que hace que, por ejemplo, alguien no sepa aguantar el embate de una posición en pérdida, y se retire generando un agujero que, podría haber recuperado el ciclo, o, incluso peor, que alguien no sepa retirarse en zona de ganancia con lo cual, es probable que la ganancia se reduzca o se pierda.
Otro riesgo importante, que no se valora de manera suficiente por el usuario que llega como novedad a las criptomonedas, es la gran cantidad de herramientas existentes para invertir en este tipo de activos. Todas estas herramientas van mucho más allá que la mera compra o venta de activos digitales, y en ocasiones son herramientas complejas, que van desde productos derivados, hasta pares de activos, y que, incluso para los especialistas, requieren de estudio, herramientas, indicadores, etc.
El último riesgo, aunque habría más, es el riesgo de entender este tipo de operaciones de inversión en criptomoneda como si fuera una especie de lotería. Desafortunadamente, cada vez en el mercado se introduce la variable de suerte, como un componente importante. Y, si bien es cierto, que en ocasiones la suerte puede tener influencia, jamás una cartera de inversión a largo plazo se puede construir exclusivamente sobre la suerte constante. Confiar en la suerte para invertir es poco menos que igual de rentable que comprar lotería o hacer una.