Por si el riesgo país no aportaba suficiente emoción al futuro de la economía española el último informe de Standard & Poor’s ‘ataca’ directamente contra su mayor fortaleza: el sistema financiero. Ni siquiera la publicación de los test de estrés del sector ni la fortaleza oficial de BBVA y Santander como dos de las entidad más solventes del Viejo Continente despejan los nubarrones del horizonte nacional.
En realidad, S&P ha revisado al alza su estimación de pérdidas de crédito potenciales para el conjunto del sistema financiero español hasta los 99.300 millones de euros entre 2009 y 2011. Esta cifra supone un aumento del 21,7% respecto a su anterior estimación. El motivo de este mazazo se encuentra en el sector inmobiliario, que es donde más pérdidas se esperan por la depreciación de activos.
En concreto, el nuevo cálculo sitúa las expectativa de pérdidas de crédito relacionadas con el sector inmobiliario en el 14,5 frente al 9,6% del anterior informe. En total, la exposición al ladrillo sería responsable del 44% del total de las pérdidas crediticias del sistema, frente al 36% previsto anteriormente.
Las previsiones de S&P se sustentan en la caída del precio de la vivienda, que según la casa de análisis se desplomará un 30% hasta 2010 desde los máximos alcanzados en 2008. Por el momento, el retroceso apenas ha sido del 11%, por lo que el recorrido a la baja todavía es alto.
El informe también apunta al enorme stock de vivienda sin vender, que calculan que necesitará años para reducirse. Esto afectaría a las promotoras y a su solvencia. La respuesta de muchas promotoras y de las propias inmobiliarias de los bancos está siendo el alquiler y más en concreto el alquiler con opción a compra, una modalidad que se ha extendido en 2010.
Lo que el informe de S&P no tiene en cuenta y que también podría deteriorar las cuentas de las entidades financieras es el cambio normativo que prepara el Banco de España. De aprobarse, obligaría a incrementar las provisiones y haría que las pérdidas de valor de los activos inmobiliarios se reflejasen de forma más rápida en el balance de las entidades financieras.