Los españoles cada vez más españoles tienen problemas para hacer frente a los pagos de la hipoteca. En estos casos, es mejor tener una actitud proactiva con el banco e intentar acceder a alguna de las alternativas que ofrecen.
«Nuestros votantes dejan de comer antes de no pagar la hipoteca». Esta es la frase que dijo una política española: pero hoy mucha gente ya ha dejado de pagar el resto y no puede tampoco con la hipoteca. El ratio de morosidad en las hipotecas es relativamente bajo si tenemos en cuenta que hay cerca de dos millones de hogares con todos sus miembros desempleados. La tasa de impagos en hipotecas cerró el año en el 3,97%, muy por debajo de la morosidad total del sector, que está en un increíble 10,5%.
De todas maneras, la realidad es que cada vez hay más familias que no pueden pagar sus casas. Si esto sucede, lo mejor es negociar la financiación con el banco, ya que ellos ofrecen maneras de solucionar el problema de una manera cordial. Además, los bancos no quieren quedarse con más casas ya que no saben como deshacerse de ellas, con lo cual, si es posible, evitará el desahucio.
Hablar con el director de la sucursal
Es aconsejable acudir a la sucursal cuando suceda cualquier tipo de variación en la situación económica que pueda poner en peligro la capacidad de pago: recorte del salario, pérdida del trabajo, divorcio, etc. Los bancos siguen muy de cerca a los hipotecados, y por lo tanto, es mejor que sea el deudor el que se acerque a la oficina primero, en vez de esperar a que sea el banco el que de el primer paso. Esto demuestra seriedad y predisposición a negociar, creando una mejor base para una situación en la que las dos partes ganen. Los signos que el banco controla para darse cuenta de que una hipoteca pueda tener problemas son varias: que el titular empiece a cobrar del INEM, en vez que por su empresa de siempre; que su nombre aparezca en el registro de morosos o que su deuda registrada en la central de información de riesgos CIRBE se incremente.
Negociar las alternativas
El resultado de la negociación queremos que sea una refinanciación de la deuda pendiente, para poder seguir pagando la deuda pese a los apuros. En concreto, se busca que las cuotas se adapten a la capacidad de pago del cliente.
Una de las fórmulas más comunes es el alargamiento del plazo de la hipoteca, lo que permite reducir la cuota mensual. En la mayoría de los casos, las entidades financieras están dispuestas a proporcionar una ampliación del plazo hasta llegar a los 40 años, aunque hay que tener en cuenta que el deudor no tiene que haber superado una cierta edad al final del préstamo.
La otra opción más común es la concesión de un periodo de carencia sobre la devolución del capital. Esto significa que, durante este periodo, el hipotecado sólo pagará los intereses del préstamo. Con esta formula, no se empequeñece la deuda, pero tampoco se acumula.
Obtener una quita de la deuda
Se puede valorar la posibilidad de obtener una quita sobre la hipoteca, aunque esto no es del todo fácil. Las entidades financieras están dispuestas a conceder la quita cuando el cliente puede pagar casi la totalidad de la deuda en efectivo. El porcentaje de deuda que el banco está dispuesto a perdonar no es fijo: depende de la situación del cliente y de la vivienda hipotecada.
También cabe la posibilidad de una quita si se consigue un comprador para la vivienda, aunque con un precio ligeramente inferior a lo que debe al banco.
La dación en pago
La negociación no siempre termina con un trato en el que el deudor consigue seguir pagando y mantener su casa. Si sucediese esto, la solución menos traumática para el deudor sería la dación en pago.
Según la normativa española, el deudor tiene que hacer frente a la deuda contraída con su vivienda y con todos sus bienes e ingresos futuros. Pero la Plataforma de Afectados por la Hipoteca está reclamando su aplicación a todos los préstamos hipotecarios que se concedan en España. La dación en pago establece que la deuda con el banco queda saldada con la entrega de la vivienda.
La banca ha advertido que se producirían grandes desequilibrios en el mercado si se aplica esto, ya que a día de hoy hay muchas familias que fueron desahuciadas y siguen con deudas, lo cual, daría ventajas a los que fueran desahuciados después de aprobar dicha ley. La conclusión de las entidades financieras es que, al incrementarse el riesgo que tienen que asumir, las hipotecas serían más caras y aún más difíciles de conseguir. Sin embargo, las entidades financieras están dispuestas a aplicar esta fórmula en casos concretos, sobre todo, cuando tengan claro que no van a poder recuperar el préstamo otorgado. En estos casos, la dación en pago es un proceso más rápido y menos costosos con respecto al judicial, así que el banco tiene interés en aceptarla.