A lo largo de nuestra vida, asistimos a una variación de precios continua. Son muchos factores los que influyen en el cambio de los precios, por ejemplo la demanda, la oferta, una helada, tormentas,etc. Todos estos factores influyen en mayor o menor medida, y aquellos productos o bienes que cambian su precio ante una variación, se dice que son sensibles. Además del precio, los propios consumidores también podemos ser sensibles ante estos cambios.
Por ejemplo, si mañana sube el precio de la leche 10 céntimos, es posible que muchos consumidores compren otra leche más barata, porque son sensibles a los precios de bienes básicos y baratos. En cambio si un bolso de una marca de lujo sube su precio en 50 euros, lo más probable es que no pierda ningún cliente, ya que son menos sensibles a los cambios en el precio.
Esto es así, porque su salario y su percepción del dinero no es la misma. Mientras unos necesitan ahorrar y controlar sus gastos del día a día, otros no tienen inconveniente en gastarse 50 euros más en un bolso.
Estos últimos años, hasta los más ricos del país, se han visto afectados por una reducción de los salarios, y a pesar de que la inflación ha sido baja, no se compensa esa subida de precios con el salario. Por lo que los consumidores en general son aún más sensibles que antes a los precios. Es decir, que la inflación ha influido en todas las franjas de la población.
Desde que empezara la crisis, las políticas de mercado, las monetarias, las reformas fiscales o las reformas laborales, no han tenido efecto alguno al menos en el aumento de los ingresos. Solo los trabajadores que tienen ganancias muy elevadas, han conseguido superar la inflación, aunque no mucho.
Hasta los médicos, una de las profesiones mejor pagadas, están perdiendo dinero. Pero desde el año 2007, sólo a partir del percentil 80 de los asalariados han visto algún beneficio o aumento en su salario y ahorro. Por supuesto, en los cambios de precios influyen otros muchos factores, que también pueden influir en una subida de precios.
Al fin y al cabo, es un círculo por el que los consumidores tienen menos dinero, por lo que se reduce el consumo, y por consiguiente las empresas reducirán la oferta, y la producción será menor, previsiblemente el precio subirá, y así sucesivamente.
Gráfico: zerohedge