Durante muchos años, los españoles hemos apostado por los depósitos como el producto favorito para poner nuestros ahorros a buen recaudo. Sin duda, la seguridad que ofrecían, en un entorno de turbulencias económicas, y la excelente rentabilidad, gracias a la guerra del pasivo entre entidades, y muy por encima de la que ofrecían estos mismos activos en otros países de nuestro entorno, situaban a los depósitos como el activo más apetitoso para invertir sin correr riesgos.
Es cierto que los españoles tenemos fama de conservadores cuando se trata de cuidar nuestras finanzas. Pero también es verdad que ese escaso apetito por el riesgo se debe, en parte, a la falta de formación financiera de los ahorradores españoles, que no conocen todas las características de los productos que contratan y, en algunos casos, ni siquiera manejan todo el abanico disponible de opciones de inversión.
En un contexto de tipos de interés bajos, que parece claro que se prolongará durante los próximos meses, y con unos depósitos que ofrecen rendimientos cada vez más menguantes, los ahorradores están empezando a explorar otras alternativas de inversión para conservar sus ahorros y lograr una rentabilidad interesante. Y en este escenario, cabe recordar algunos consejos básicos que debemos tener en cuenta antes para no llevarnos ninguna sorpresa desagradable a la hora de poner nuestro dinero a buen recaudo.
Muchas veces, los clientes no conocen todas las características de los productos que tienen a su disposición. Es el caso de las ventajas fiscales que ofrecen los fondos de inversión, ocultas para muchos inversores pero que poco a poco están empezando a aflorar y a situar a los fondos como una de las alternativas de inversión más populares.
Una de las premisas fundamentales que debemos respetar es la de no contratar algo que no entendemos. Para eso, hay que leer con detenimiento todas las cláusulas, con sus características y conocer los riesgos asociados. De igual modo, es importante tener en cuenta cuáles son los costes asociados a ese producto, derivados de las diferentes comisiones aparejadas y los costes fijos, que van a repercutir en la rentabilidad del producto contratado.
En todo caso, en un contexto como el actual, en el que asumir algunos riesgos será fundamental para que nuestros ahorros nos den la rentabilidad que buscamos, la forma de sacar el mayor juego pasa por contar con un buen asesoramiento. La primera regla que debemos saber es que el producto perfecto no existe, pero seguro que hay una estrategia adecuada para nuestro perfil de riesgo, teniendo en cuenta nuestros intereses y cuáles son nuestras prioridades. La segunda, y fundamental: no invierta en aquello que no entienda.
Artículo de Francisco Marín, Presidente del Comité de Asociados de EFPA