El emprendedor, o al menos el emprendedor español, tiene una tendencia innata a tratar de cubrir todos los ámbitos que componen la gestión del proyecto empresarial. Es loable tal intención pero, si nos estamos exigiendo de repente una especialización en ámbitos tan diferentes como la contabilidad, la fiscalidad, los servicios financieros, el marketing…. es muy probable que no tengamos respuestas positivas para todos.
Habitualmente este querer abarcar todo en el desarrollo de la pequeña empresa tiene justificaciones como la falta de recursos, pero, parte de un error de bulto: el tiempo mal invertido también es una mala gestión de los recursos, es decir, estamos dilapidando uno de los pocos recursos naturales iniciales de todo proyecto emprendedor, la capacidad de dedicar tiempo a su especialización.
Ante esto existen dos opciones con poco espacio para posiciones intermedias, o bien aquel empresario que decide convertirse en una suerte de hombre orquesta o bien quien entiende la necesidad de delegar y externalizar diferentes ámbitos del desarrollo de su proyecto.
Ante esto existen dos opciones con poco espacio para posiciones intermedias, o bien aquel empresario que decide convertirse en una suerte de hombre orquesta o bien quien entiende la necesidad de delegar y externalizar diferentes ámbitos del desarrollo de su proyecto. Cobra especial importancia cuando se trata de una necesidad financiera.Tenemos dos opciones, por un lado acudir a directorio de confianza y comenzar nuestra búsqueda de empresas de servicios financieros y escoger la que mejor se ajusta a lo que buscamos y delegar o externalizar los procesos de resolución de esa necesidad financiera, o bien, recorrer entidades financieras y recursos varios perdiendo tiempo, que a la postre es dinero…visto así la respuesta parece clara.
En el fondo la externalización, da igual realmente de qué ámbito aunque en este caso hemos elegido por ejemplo el financiero en una gran ciudad, tiene sentido en casi todos los casos pero siempre partiendo de una premisa: que nos libere de un tiempo invertido que podemos dirigir a hacer crecer el negocio a partir de lo que realmente conocemos y sabemos desempeñar bien.
Por tanto, sí, la externalización siempre puede ser una buena idea pero, eso si, todo parte de una reflexión y de un beneficio que compense la inversión en el coste del servicio externalizar.