Una vez superada la euforia inicial por el plan de rescate de Grecia y el primer síntoma de fortaleza y capacidad de decisión mostrado por el Banco Central Europeo (BCE), la lógica de las correcciones se impone en los mercados bursátiles. Toca reflexionar acerca de lo acontecido en los últimos y empezar a digerir el aluvión de medidas que se han tomado y que sin duda servirán para fortalecer la posición de una Unión Europea (UE) más cohesionada. En este sentido, se puede decir que el golpe sobre la mesa de los mandatarios europeos supone un importe respaldo a la idea de una Europa unida.
Sin embargo, tampoco hay que olvidar el por qué de este plan de rescate, que tampoco es la panacea, aunque sí servirá en principio para poner un poco de orden en el panorama económico del Viejo Continente. Más allá del cerco que se pone a los ‘malvados’ especuladores (que ni son tan malos ni son los culpables de la crisis de la deuda), la mejor noticia es que quien requiera ser salvado deberá implementar, sí o sí, una serie de severas reformas para estabilizar su economía. Es decir, la ayuda no será gratis -más allá del propio coste del préstamo de financiación-.
Ahora Grecia ya sabe el coste de ser rescatada y Portugal y España ya han tomado también nota. En el caso español, cuya deuda está estructura de forma muy diferente a la griega pero igual de peligrosa, se imponen medidas de calado y una reforma estructural del sistema que deberá girar en torno a dos pilares: cambio del mercado laboral-modelo productivo-sistema de pensiones y reducción del déficit.
El debate sobre la reforma laboral no es nuevo, aunque después de casi cinco meses de idas y venidas todavía no hay una propuesta de calado real y sí devaneos con el modelo alemán de reparto de trabajo y el de otros países. La última recomendación en este punto llega por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI), que participará activamente en el plan de rescate europeo. El organismo ha instado a España a dejar de buscar modelos a imitar en otros países y a centrarse en los problemas derivados de la falta de flexibilidad de su mercado laboral. Su ‘receta’ es la desterrar el actual sistema dual, que otorga nula protección a los temporales y demasiada a los fijos, y para ello apuesta por un despido progresivo.
Esta visión choca con la del Gobierno, que en su propuesta de reforma laboral incluye una solución a medio caballo entre ambas: reducir ligeramente la seguridad de los fijos para aumentar la de los temporales, además de otras iniciativas para fomentar la movilidad laboral. A la velocidad a la que están marchando las negociaciones entre sindicatos, patronal, Gobierno y oposición todavía podemos encontrarnos con otras tantas propuestas diferentes, pero lo único que parece claro es que los trabajadores españoles perderán parte de sus derechos en pos de la ansiada flexibilidad laboral. Desde el Instituto de Empresa, Rafael Pampillón hace una propuesta que merece la pena observar.
Sin embargo, esto no es lo único que depara el futuro. En medio de la negociación que dio lugar al plan de rescate, España se comprometió a seguir reduciendo su deuda en 2010 más allá de contemplado en el Plan de Estabilidad 2009-2013 y el Plan de Austeridad 2011-2013. En concreto, el recorte adicional del déficit será de 5.000 millones de euros este año -un 0,5% del PIB- y de 10.000 millones en 2011 -para dejar el déficit en el 6,3% del PIB.
La duda reside en saber de dónde obtendrá estos 15.000 millones –Expansión ofrece una buena respuesta al asunto-. Desde el Ejecutivo aseguran que la mayor parte llegará por medio de recortes en a administración pública, tanto estatal como autonómica. Para empezar, ya se anunció un importante recorte de altos cargos, pero con eso no será suficiente. De lo que todavía evitan hablar desde el Gobierno es de una hipotética subida de los ingresos, que desde Hacienda apuntan que también podría llegar en forma de aumento de la presión fiscal.
Hay que recordar que este año -en realidad a finales de 2009- ya se aprobó una importante subida del IVA y del IRPF a través, entre otras cosas, de la eliminación de la deducción por adquisición de vivienda habitual para todas las rentas, de forma a partir de 2011 se limitará a quienes ganen menos de 24.000 euros. La propuesta de los inspectores de Hacienda es la de retocar al alza los impuestos más fiscalizados, como el IRPF, donde la posibildiad de fraude es menor. Además, a esto hay que añadir la posible creación de impuestos verdes o la subida de los impuestos a productos como el alcohol o similares. En cualquier caso, parece claro que para alcanzar un 3% de déficit en 2013 será necesario algo más que una caída en el gasto.