Esta semana se impuso con fuerza el debate sobre la Tasa Robin Hood, la que es alentada con fuerza por diferentes organizaciones sociales. Aplicando la teoría del héroe de película, que le robaba a los ricos para darle a los pobres, lo que se pretende con esta tasa es recaudar un 0,05% sobre las transacciones financieras no minoristas y dirigirla a luchar contra la pobreza mundial.
La pregunta que salta es ¿cuántos hombres fuertes de negocio se muestran de acuerdo con la idea? A partir del estudio de «Yougov» para Intermón Oxfam –siendo el principal impulsor de la tasa- refleja que los españoles piensan que son los bancos los que deberían de ayudar con la situación económica y un 66% se mostrarían a favor de implantar la tasa Robin Hood.
Como siempre sucede, los impulsores de las ideas, con el fin de lograr su aprobación previamente estudian todos los beneficios que la misma trae y que podrían enumerarse: obtener fondos suficientes para combatir la pobreza y los efectos del cambio climático, con una recaudación de 300.000 millones de euros anuales en Europa, esto limitaría las transacciones que son meramente especulativas para evitar el impuesto. Si bien puede resultar insuficiente el importe, no es nada despreciable.
Lo que les daría la razón a los que piensan que son los bancos los que deben de ayudar, es el ver que los 5 bancos más grandes de España obtuvieron solo en 2010 unos 14.000 millones de euros, por lo que ¿quién cree que este impuesto puede ser absorbido por las entidades y no trasladado a sus clientes?
¿Quien dice que un 0,05% es un pequeño impuesto? Seguro no lo dirán aquellos quienes finalmente lo paguen a través de un encarecimiento de su hipoteca, de su seguro de vida, de su comisión bancaria, etc.
Por más que se haya hablado sobre esta tasa en los últimos días, y varios líderes mundiales han apoyado el proyecto ¿quién tomará la decisión de implantar un nuevo impuesto a las entidades financieras? Si bien que estas tarde o temprano lograrían recuperarlo de alguna forma, por lo que resulta poco probable que se llegue a algo concreto.
El establecer un impuesto a nivel europeo primero y luego a nivel mundial, no resulta ni una decisión ni un paso sencillo, en especial si el sistema financiero de cada país pasa por diferentes situaciones económicas, no pudiéndolo afrontar de la misma manera todos los países por igual. Por otro lado, una vez implantado, ¿surgirá una batalla por el manejo de estos fondos?
Es verdad que el jugar a ser Robin Hood es el sueño de muchos con ganas de ayudar y hacer justicia por los más pobres, pero como toda novela tiene condiciones que no se dan en la realidad, donde los que tienen el dinero no lo sueltan fácilmente, y menos a cuesta de sus propias rentabilidades.
Por otro lado, los 300.000 millones de euros que se recauden… ¿quien los va a manejar? ¿Hay realmente un plan creíble, organizado, estructurado, una entidad capaz de manejar ese dinero con la solidez que se necesita? ¿O habrá demasiados interesados en manejar ese botín? Que como muchas veces sucede se diluye la cuantía cuando llega a los que de verdad la necesitan.