¿Quien no ha sentido alguna vez que su carrera profesional estaba estancada? ¿Que se le estaba negando el ascenso que tanto merecía? En mayor o menor medida todo el mundo ha pensado de esta forma en algún momento, pero la clave está en saber si teníamos o no razón. La mayoría de las empresas cuentan con una política de promociones y ascensos diseñada para premiar a los mejores empleados, retener el talento en la empresa y, por supuesto, mejorar su eficiencia.
El potencial de desarrollo, la capacidad de trabajo mostrada hasta la fecha, los dotes de mando, los resultados obtenidos e incluso la fidelidad a la empresa son sólo algunos de los factores que se utilizan para determinar si una persona está lista para ascender, pero ¿Y si fuese más eficiente no planificar los ascensos? ¿Podría ser más eficaz un sistema aleatorio de promoción? Contra lo que dicta la lógica, podría ser que los resultados de la empresa mejorasen con un sistema de ascensos menos programado. Esto es posible gracias al llamado Principio de Peter que básicamente dicta que “en un sistema jerárquico, todo empleado tiende a ascender hasta alcanzar su nivel máximo de incompetencia”.
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Imagen – Fartese