Controlar el gasto es complicado, sobre todo en una sociedad que impulsa constantemente al consumo. Sin embargo, quien más y quien menos encuentra sus pequeños trucos para ahorrar, incluso los manirrotos, consumidores compulsivos y demás ‘gastones’.
En realidad existen infinidad de fórmulas para contener el gasto y ahorrar, la clave está en dar con la que mejor se adapte a las necesidades personales de cada uno o, dicho de otra forma, el que más capacidad demuestre para engañar a nuestra mente consumista.
Además del clásico presupuesto, al que no todo el mundo es capaz de adaptarse, hay medios menos protocolarios y más ingeniosos para ahorrar:
- Guardar las vueltas: en lugar de dejar ‘el cobre’ en la bandeja de cambios, se puede guardar ese dinero para comprar un capricho a largo plazo. Aquí se pueden incluir las vuelta del café, la comida, el supermercado, el periódico…. No se trata de grandes cantidades, pero siendo constante se puede juntar algún dinero.
- Guardar un tipo de monedas: como su propio nombre indica consiste en acumular monedas de una misma clase. Como explican en Actibva, lo más normal es guardar las monedas de dos euros porque son las más ‘grandes’ y así parece que se ahorra más deprisa. Otra opción algo más ‘relajada’ es acumular las monedas de 50 céntimos e incluso todas las monedas que no superen los 50 céntimos. Además, dentro de este modelo se pueden guardar todas las monedas o sólo las que lleguen a casa. Esto dependerá ya de lo meticuloso que quiera ser cada persona.
- Guardar billetes pequeños: funciona exactamente igual que las monedas, sólo que con billetes pequeños, generalmente de cinco euros. Una buena idea para no malgastar estos ahorros es ponerse un objetivo, bien de consumo (algo que queramos comprar) o de ahorro (por ejemplo 500 euros)
- Guardar billetes grandes: aquí nos referimos ya a los billetes de 100, 200 y 500 euros, que suelen ser más fáciles de conservar y más difíciles de gastar. En este caso se trata del componente psicológico que supone ‘deshacer’ un ahorro compacto en forma de billete lo que coarta a los gastones.
- Guardar el gasto de..: aquí ya entramos directamente en el ámbito del consumo. Ya no se trata de ahorrar las vueltas o un dinero extra, sino de suprimir algún pequeño gasto para ahorrarlo. Los ejemplos más clásicos son el café del mediodía y el tabaco.
En el fondo, sólo se trata de encontrar la táctica que mejor se adapte a la forma de ser de cada persona, aunque si hay que hablar de estrategias de ahorro que funcionan, nada como no contar con dinero para gastar. Es lo que Luis Pita denomina pre-ahorrar en su libro «Ten un coche peor que tu vecino» y que puede ser un buen punto de partida para poner a tono nuestras finanzas personales.
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