Estamos tan saturados de datos y cifras negativas sobre el desempleo, que cuándo alguien ofrece algún tipo de solución o medida para mejorar la situación, es lógico que sean bienvenidas. Esta vez la luz viene desde la Comisión Europea y va dirigida a esos famosos ni-nis, es decir, jóvenes que ni estudian ni trabajan, mediante la presentación de un paquete de empleo, dirigido a combatir ese desempleo juvenil que en Europa ya está por encima del 23%.
En primer lugar, hay que concretar qué jóvenes se pueden agrupar verdaderamente en el concepto de ni-nis, pues es un calificativo de tintes despectivos que simplifica la realidad de muchos jóvenes que ya estudiaron, quieren trabajar, y se topan de bruces con la situación actual, no hay trabajo para ellos, y si lo hay, están muy por debajo de su cualificación.
Una vez hecha la precisión, resulta interesante la propuesta de la Comisión Europea para paliar el desempleo juvenil. Informe que parte de la recomendación del Consejo para luchar contra esta lacra, de la que España puede dar buena cuenta, y que toma como ejemplo lo acometido por Estados como Austria y Finlandia.
El objetivo, que vista la situación actual puede parecer pretencioso e incluso utópico, es que todos los jóvenes reciben una buena oferta de empleo, de formación o de educación en un plazo de cuatro meses a partir del momento en el que dejaron de estudiar o se encontraron sin empleo. También se pretende la elaboración de un marco de calidad para los períodos de prácticas. Dicho marco incluirá unas orientaciones sobre la forma y contenido de los acuerdos de períodos de prácticas que contribuyan a garantizar que los becarios obtienen valiosos conocimientos y competencias en sus períodos de prácticas.
Tal es el compromiso de la Unión Europea por alcanzar este objetivo que será financiado por el Fondo Social Europeo. Pero a estas alturas, no queremos compromisos, sino la materialización concreta de las prácticas que se van a llevar a cabo para lograrlos.
Así que vamos a valorar estos compromisos con la situación real, para ver en qué medida las prácticas deben ser acometidas.
- Que todos los jóvenes tengan una buena oferta de empleo, de formación o de educación en un plazo de cuatro meses a partir del momento en el que dejaron de estudiar o se encontraron sin empleo. Objetivo difícil de lograr en el corto o medio plazo pues nuestra tasa de paro ya alcanza al 25% de la población, y probablemente siga aumentando en los próximos años. Si a esto le sumamos que los jóvenes son los más perjudicados por las estadísticas, es lógico que pensamos que el compromiso es algo utópico por el momento.
- Se pretende la elaboración de un marco de calidad para los períodos de prácticas. La situación actual de los becarios españoles merece un análisis bastante más pormenorizado, dónde la calidad es alejada por salarios ínfimos, nulas condiciones laborales y aprendizaje dudoso.
Austría y Finlandía, ejemplos de lo que hay que acometer
Estos países son tomados por la Comisión europea como ejemplo en sus propuestas para combatir el desempleo juvenil, ya que sus tasas de desempleo juvenil se sitúan por debajo del 10%, y es que más del 66% de los jóvenes tienen trabajo.
En lo referente al tiempo de espera, el 75% de los jóvenes austriacos o filandeses, encuentran trabajo en menos de un año después de dejar el sistema educativo.
Y todo ello, se debe a un modelo educativo dual, que muestra una transición escuela-trabajo más rápida y estable que el resto de países europeos, y en el que se combina, trabajo y educación, el aprendizaje a través de prácticas en empresas y una estricta orientación vocacional.
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