Se está convirtiendo en una costumbre (sana) el hecho de que el usuarios medio, probablemente a fuerza de necesidad, participa mucho más de acciones previas a la compra que tienen que ver con el ahorro de gastos, como una simple comparativa.
Y aunque es cierto que existe una postura extendida según la cual, para ahorrar poco es mejor no ahorrar y consumir (seguramente en este mismo artículo se emitirán comentarios en ese sentido) postura muy respetable, lo cierto es que hoy en día buscar alternativas a la compra de productos o servicios y convertir esas alternativas beneficio en forma de ahorro resulta sin duda atractivo desde el punto de vista de la economía doméstica.
Sin embargo, a veces, nos perdemos en ese gran conjunto de pequeñas cuestiones o trucos domésticos para ahorrar sin prestar atención a algo fundamental si lo que, efectivamente, pretendemos es obtener ahorro en el entorno de la economía doméstica; generar y atenernos a una planificación que podrá permitir la creación de un plan de ahorro.
Antes siquiera de plantearnos cómo generar un plan de ahorro, debemos realizar un esfuerzo previo muy importante que tiene que ver precisamente con lo que denominábamos en el párrafo anterior: planificación de la economía doméstica.
La planificación
Esta planificación debe partir de dos elementos, uno realmente simple; ¿de cuántos ingresos disponemos? El otro elemento resulta más complejo ya que se trata de un análisis realista de nuestros gastos.
Y decimos un análisis realista porque la primera tendencia cuando pretendemos acercarnos al conjunto de gastos que nuestra economía doméstica genera es, y esto es algo muy habitual, centrarnos en los gastos comunes más habituales y olvidar los pequeños gastos que al final son los que acaban por determinar si podemos poner en práctica un plan de ahorro o no.
A la hora de realizar este análisis de gastos una buena idea puede ser ir parcelando los mismos por criterios, criterios que pueden ser establecidos por el propio usuario; por ejemplo podemos estimar los gastos de alimentación, los gastos de transporte, los gastos de la vivienda, los gastos de recibos comunes, en definitiva de lo que se trata es de analizar lo más exhaustivamente posible todos los gastos que generamos.
Como realmente en este cómputo de gastos lo más probable es que siempre nos quedemos cortos, vamos a recomendar que a la hora de obtener la cifra final incorporemos un porcentaje al que vamos a denominar gastos no contemplados, debemos precisar que no hablamos de gastos imprevistos, sino simplemente de esos gastos que se nos han escapado al análisis. Éste porcentaje lo podemos cuantificar entre el 10% y el 15% de la cifra final de gasto que hemos obtenido, por tanto nuestro gasto final se compondrá de la cifra inicial obtenida más la suma de ese porcentaje que será mayor o menor en función de la profundidad del análisis de gastos que hayamos realizado.
Tras cruzar la cifra de ingresos y gastos el resultado que tendremos será con el que comenzaremos a trabajar el plan de ahorro.
Creando el plan
Como primera máxima, antes de comenzar a desarrollar una idea de cómo generar un plan doméstico de ahorro, debemos tener presente la importancia del ahorro. En este punto incidimos en algo que debe ser tenido en cuenta, da igual la cantidad que podamos destinar para ahorrar, lo verdaderamente importante es generar una costumbre de ahorro de manera constante y aplicable sistemáticamente, por tanto esa idea de que como el disponible para ahorro resulta poca cantidad no es interesante ahorrar, debe ser eliminada, máxime en los tiempos actuales.
Después de haber realizado el análisis de gastos e ingresos al que nos referíamos en el anterior apartado ya hemos obtenido una cifra determinada sobrante del cruce de ambos conceptos. Obviamente en la actualidad esta media se ha reducido, no en vano el ahorro familiar en nuestro país se ha visto reducido de media al por debajo del 8% de los ingresos, un mínimo histórico, sin embargo esto es lo que tenemos y con lo que vamos a trabajar.
Damos por supuesto que en el análisis de gastos hemos incluido una previsión de gastos destinada a cuestiones como el ocio o similares, es decir trabajaremos sobre la idea de que el sobrante del cruce de gastos e ingresos es el total sobre el que podemos realizar el ahorro planificado.
Dsitinguiremos dos grandes grupos dentro de este ahorro, es decir, vamos a trabajar sobre dos cuestiones diferentes en cualquiera de los casos, independientemente insistimos del importe.
Por un lado el ahorro orientado la jubilación; estamos ya no ante una cuestión de elección sino ante una cuestión de necesidad, el ahorro orientado a la jubilación se ha convertido como decimos en una necesidad para todos los perfiles de edad y como tal ha de ser tratado. A tal efecto buscaremos aquellos productos financieros que mejor se acomoden al disponible. A la hora de tomar la decisión de la división del disponible en estos dos grupos, será este el grupo en el que incidiremos en mayor medida.
No resulta sencillo plantear cuanto debemos dedicar (de manera ideal) a este ahorro para la jubilación, las estimaciones medias dicen que un usuario que comienzo a ahorrar para la jubilación entre los 30 y 40 años debiera emplear al menos el equivalente al 9% de sus ingresos, un usuario entre los 40 y 50 años el equivalente a un 15% de sus ingresos y un usuario mayor de 50 años no menos de un 22%, sin embargo obviamente esto es para quienes nunca han realizado un ahorro orientado la jubilación, lógicamente quien empieza el primero de los tramos de edad a ahorrar ese 9% podrá mantenerlo sostenidamente a lo largo de los años, e incluso incrementarlo o reducirlo en algunos momentos.
En la medida de lo posible trataremos de acercarnos a estos porcentajes pero siempre dejando un remanente, por mínimo que sea, para el ahorro remunerado.
Y éste sería el segundo gran grupo a tener en cuenta dentro de nuestro plan de ahorro; el ahorro remunerado. También aquí las opciones son amplias dependiendo efectivamente de la cantidad que vayamos a destinar a nuestro plan de ahorro, pueden ir directamente desde las cuentas remuneradas, que además presentan alta liquidez y pueden aportar beneficios en forma de bonificaciones para otro tipo de productos financieros, hasta incluso participar en productos como fondos o depósitos, en cualquier caso esta parte de nuestro plan de ahorro también debe ser tenida en cuenta ya que nos ofrecerá a medio plazo una posibilidad de liquidez en caso de imprevistos que el ahorro para la jubilación en principio no nos va a ofrecer.