Si usted es capaz de montarse en el Dragon Khan de PortAventura sin sentir pánico ante sus ocho loopings y su caída vertical de casi 50 metros… ¡Enhorabuena! Tiene un corazón apto para las emociones fuertes. Pero no se confíe.
Aunque se considere la persona más valiente del mundo tras desafiar a la gravedad a 90 kilómetros por hora, no está preparado para la atracción más difícil que existe en un parque temático: gestionarlo y hacerlo rentable. Eso sí que es una hazaña digna de cualquiera de los superhéroes que se pasean por el Parque Warner en Madrid.
Hasta el momento, de los cuatro parques temáticos que hay en España (PortAventura, Isla Mágica, Terra Mítica y Parque Warner), sólo los chicos del recinto tarraconense parecen tener los superpoderes necesarios para ganar dinero. ¿El resto? Necesita mejorar. Pero veamos antes de lo que estamos hablando.
El negocio de los parques temáticos mueve al año 207 millones de euros y supone un tercio de los ingresos generados por los cerca de 150 recintos de ocio que existen en España (4 parques de atracciones, 77 zoológicos, acuarios y parques de naturaleza, 56 acuáticos y 5 temáticos).
Los cuatro fantásticos (más el Parque de Atracciones de Madrid, al que se le considera el quinto parque temático de España, a pesar de tratarse de un recinto de ocio urbano tematizado por zonas) reciben cerca de siete millones de visitantes y, como casi todo el mundo, están sufriendo los efectos de la crisis. De 2008 a 2009, la facturación ha caído un 14% y el número de visitantes, un 10%.
PortAventura, el único rentable
A punto de cumplir quince años, PortAventura fue el primer parque temático que abrió sus puertas. Situado en la Costa Dorada (Tarragona), su construcción supuso una inversión inicial de 280 millones de euros y presenta una envidiable media de 3,5 millones de visitantes al año. Las claves de su éxito se deben a que es mucho más que un simple parque con atracciones llenas de vertiginosas caídas libres, loopings sin fin y más de 100 espectáculos.
Detrás de sus decorados de cartón piedra, y de actores disfrazados de personajes de dibujos animados se esconden 2.000 habitaciones en cinco hoteles tematizados (con ambiente mediterráneo, caribeño, mexicano…), un parque acuático, y un campo de golf.
Estas infraestructuras lo convierten en un destino turístico en sí mismo (un resort) al estilo de su rival Eurodisney. “Es mucho más interesante que una agencia tenga como destino PortAventura o Eurodisney a que el parque sea una excursión optativa cuando se visita París o Barcelona”, aseguran en el recinto tarraconense.
A pesar de que PortAventura ya juega en la champions del ocio europeo, no es inmune a la crisis. Las visitas han caído en dos años de 4,1 millones a 3,3 millones, y la facturación, un 15%, hasta 142 millones de euros, en 2009. Eso sí, los beneficios se mantienen en 4,5 millones de euros.
Para recuperar la senda alcista, el complejo quiere que las familias con niños se sumen a los adolescentes ávidos de emociones fuertes, el cliente habitual. “En 2011 se levantará una nueva área infantil, ambientada con personajes de Barrio Sésamo”, aseguran.
La ampliación supondrá una inversión de 80 millones de euros, cantidad que se sumará a los 900 millones de euros que ya se han gastado para construir y ampliar el recinto en el pasado.
El disparate de Terra Mítica
Aunque sin pretenderlo, el éxito de PortAventura ha afectado negativamente a su vecino del sur, el alicantino Terra Mítica. El parque ideado en la cabeza de Eduardo Zaplana (antiguo alcalde de Benidorm) surgió como una respuesta de la Generalitat valenciana a la catalana, pero pronto se comprobó que no había sitio para los dos.
Además, Terra Mítica siempre ha estado envuelto en agrias disputas políticas entre sus partidarios (los zaplanistas y la ciudad de Benidorm), y sus detractores (los hombres de Francisco Camps). ¿Resultado? Una continua mala imagen fomentada desde los medios de comunicación valencianos, inoportunas comparaciones con el complejo tarraconense y una gestión lamentable (se llegó a sentar a un político en la presidencia del complejo).
Con este panorama, pronto se comprobó que hacerlo rentable era misión imposible. Con un coste inicial de 350 millones de euros, Terra Mítica no pudo hacer nada ante la mala imagen que originó la pérdida de visitantes, que pasó de 2,1 millones en 2001 (se inauguró en 2000) al millón durante el pasado año.
La consecuencia ha sido la de pérdidas millonarias que obligaron a suspender pagos en 2005 con un acumulado de 192 millones en pérdidas y una deuda de otros 218 millones de euros. Y, lo que es peor, nulo músculo financiero para poder convertirse en un resort, la idea inicial.
Ante la imposibilidad de crecer por esa vía, el parque sobrevivió gracias a la aparición del contratista Enrique Ortiz, que compró la reserva de suelo del recinto inyectando a las maltrechas cuentas 85 millones de euros. Pero, por desgracia el problema principal, la mala imagen, no se ha solucionado: en 2008, Terra Mítica perdió 15 millones de euros y otros 16,4 en 2009.
“Esta temporada es dura, con una leve caída de visitantes”, han reconocido en el parque recientemente. En definitiva, un disparate que se mantiene porque favorece al turismo de Benidorm y que necesita un urgente lavado de cara.
Ése será el trabajo de la empresa Aqualandia-Mundomar que se hará con la gestión en breve y que, al menos, sabe de qué va esto de los parques de ocio.
Isla Mágica empieza a ver la luz
Isla Mágica también ha tenido una historia no apta para cardiacos, con suspensión de pagos incluida, pero empieza a ver la luz. El parque abrió sus puertas en 1997, en los terrenos
usados por la Expo de Sevilla, tras un desembolso de 100 millones deeuros.
De menor tamaño que sus coetáneos, Isla Mágica presenta una media anual de 850.000 visitantes. “En 2010, pasaremos del millón. Estamos diversificando para atraer a las familias y también hemos desarrollado un área de eventos que se alquila a empresas”, explica Antonio Peláez, director general de Isla Mágica.
¿Más novedades? El Navío Barbarroja, una atracción con oscilaciones de hasta 140 grados, incompatible con un atracón previo de garbanzos. “También estamos embarcados en una diversificación urbanística, que nos llevará a disponer de un área de ocio temático de 57.000 metros cuadrados, con hoteles, comercios, oficinas, tiendas y boleras”, añade Peláez, que considera vital esta ampliación para lograr la rentabilidad del parque.
“En 2009, se perdieron 3,3 millones de euros, pero siempre damos beneficios operativos. En dos años, y a pesar de la carga financiera, los números serán positivos”, asegura Peláez.
El último empujón de Parque Warner
El último protagonista en llegar fue el Parque Warner de Madrid, que abrió sus puertas en 2002. Al contrario que Isla Mágica, el complejo nació con la intención de discutir el liderazgo de PortAventura, con atracciones similares y el proyecto de convertirse en resort (parque acuático, hoteles, campos de golf, un centro comercial y varias zonas de ocio y residenciales).
Craso error. Los adictos a las emociones fuertes no son tan numerosos y el parque pasó de dos millones de visitas en sus primeros años a poco más del millón en 2006, con pérdidas acumuladas de 240 millones de euros.
La solución pasó por ceder la gestión a Parques Reunidos, una de las pocas empresas del sector que sabe ganar dinero (son los propietarios del Parque de Atracciones de Madrid, y de otros 68 centros de ocio en Europa).
Con una gestión más profesional, repleta de ofertas, que incluye descuentos a los otros complejos de ocio de la empresa, y novedades para un público más infantil, La Warner ha
visto como sus visitantes crecieron hasta superar 1,5 millones en 2009, mientras que la deuda bajaba de los 200 millones de euros.
Si todo sigue así, en breve podrán tener músculo financiero para acometer la ampliación, la clave del éxito. Y es que la experiencia ha demostrado que sin la explotación de otras vías, la cuentas de los parques temáticos recuerdan demasiado al antiguo Pasaje del Terror.
Entonces, si es tan difícil este negocio, ¿por qué se construyen los complejos? “Por la riqueza y el empleo que genera en la zona. Por cada euro que se gasta un visitante en Isla Mágica, deja tres en los locales de Sevilla”, asegura Peláez.
¿Más pruebas? PortAventura ha empleado a más de 8.000 personas a lo largo de su historia. Además de ello, otro de los motivos es potenciar zonas turísticas y poner en valor los terrenos colindantes. ¿Se entiende ahora por qué los políticos son los primeros que desafían al temible Dragon Khan?
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Imagen – gnislew