La prudencia, y las normas del Banco de España, recomiendan destinar sólo un tercio de los ingresos netos mensuales a pagar la letra de la hipoteca. Sin embargo, todos conocemos a un familiar, amigo a compañero de trabajo que se ha saltado, y mucho, esta máxima cuando ha comprado su vivienda.
Ésta es una de las grandes lacras de la burbuja inmobiliaria española, que se caracterizó por falsas tasaciones, dirigidas únicamente a conceder un mayor importe del crédito, sin importar cómo iba a poder pagarse durante los próximos 20, 30 o 40 años.
Tres años después del estallido de la subprime castiza, la realidad demuestra que apenas nada ha cambiado. El artificial sostén del precio de la vivienda ha hecho que todavía hoy, después del descalabro inmobiliario, el precio medio del metro cuadrado esté fuera del alcance del español medio.
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