Pese a que desde el Ministerio de Trabajo se empeñan en afirmar que lo peor de la crisis ya ha pasado y que 2010 será un año más indulgente en materia laboral, lo cierto es que las últimas cifras del paro reflejan exactamente lo contrario. Según los datos del Servicio Público de Empleo Estatal el número de desempleados creció en 124.890 personas en enero respecto al mes anterior, lo que supone un aumento del 3,8% y sitúa el eleva hasta los 4.048.493 el número de parados.
Estos datos llegan poco después de conocerse los de la Encuesta de Población Activa que publica el INE y que sitúa la tasa de paro de 2009 en el 18,39%. El desempleo va camino de convertirse en un mal endémico para España y desde hace tiempo centra buena parte del debate económico y político.
Por una parte, parece claro que España necesita un cambio de modelo productivo al tiempo que aumenta la felxibilidad de su mercado laboral. De hecho, esta es la crítica más generalizada por parte de las compañías hacia el sistema de contratación Español. Las propuestas en este punto pasan desde abaratar el despido (patronal) hasta rebajar los sueldos (FMI) para incentivar la actividad empresarial.
Por otra parte, este incremento del paro está secando las arcas del Estado, que ha apostado claramente por situarse del lado de los desempleados aumentando las prestaciones para evitar en la medida de lo posible situaciones delicadas.
Además, el Ministerio de Trabajo se ha envuelto en otra polémica, esta vez referente al sistema de pensiones de la Seguridad Social y su futuro a largo plazo. La última idea del ministro Celestino Corbacho pasa por alargar la edad de jubilación hasta los 67 años. El problema es que, si bien las críticas por parte de la ciudadanía no han tardado en aparecer, no ocurre lo mismo por parte de los gurús económicos, empresas y organismos internacionales. Tiene mala pinta.