Ahorrar agua en casa no tiene que ser un sacrificio ni un cambio drástico. Basta con ajustar algunos hábitos, hacer pequeños gestos y entender que cada litro que no se va por el desagüe, cuenta. Porque sí, puede parecer que lo que haces en tu baño o en tu cocina es poca cosa, pero si lo haces cada día, al final pesa. Y si todos lo hacemos, mucho más.
Ducha rápida: menos minutos, más impacto
La ducha es uno de esos momentos donde el tiempo se nos va sin darnos cuenta. Y mientras te relajas con el agua cayendo, el contador sigue girando. El gasto medio por persona puede llegar a los 90 litros por ducha. Ahora piensa en reducir el tiempo a la mitad. ¿Cinco minutos en vez de diez? Pues ya estás ahorrando cerca de 40 litros diarios. Sin darte cuenta. Es un gesto tan simple como cerrar el grifo mientras te enjabonas o no dejarte llevar por la pereza mañanera.
Y no hace falta hacer una obra ni cambiar la rutina. Simplemente ser más consciente. Además, si la ducha es con agua caliente, el ahorro es doble: menos agua y menos energía. Que luego lo notas en la factura. Al final, es cuestión de saber en qué se te va el agua para empezar a controlar de verdad.
Grifos eficientes: cambia poco, ahorra mucho
El grifo es otro punto crítico en casa. Lo abrimos más veces de las que pensamos y, sin darnos cuenta, dejamos correr el agua más de lo necesario. Pero hay una solución sencilla que no requiere cambiar el grifo entero: los aireadores. Son unos pequeños dispositivos que se colocan en la boquilla del grifo y que mezclan el agua con aire. El resultado es un chorro igual de útil pero[…]Leer noticia completa en la fuente original
















