No puedo hacer más que dar la razón a Belén Romana, presidenta de la SAREB, cuando dice que la Sociedad de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria no es un banco y no es malo, sino todo lo contrario. Que va a resultar una entidad que ofrezca pingües beneficios y será lucrativa para conseguir rentabilidad. El problema radica en que no tengo tan claro que esos resultados tan positivos vayan a ser para el erario público, más bien irán a las entidades financieras.
¿Por qué hago esta afirmación? Pues por varios motivos. El primero de ellos porque no hay más que ver el funcionamiento que va a tener la SAREB. Con el dinero público que le ha inyectado la UE se van a comprar los activos tóxicos a los bancos. Una vez transferidos comenzará el proceso de ajuste, valoración interna, puesta a la venta y posterior colocación a los distintos inversores interesados en los paquetes. Fundamentalmente, mayoristas.
¿Cómo se va a hacer esa colocación? Pues como SAREB no es un banco, pero tampoco una inmobiliaria, se va a aprovechar de la estructura que tienen ya creada los bancos para que empiecen a hacer la venta. Obviamente no lo van a hacer gratis, ya que la propia presidenta de la empresa pública, se ocupó de explicar que se pagará una cantidad de dinero por hacer ese trabajo. Y después, ya que estamos, negociamos con las entidades financieras que nos ayudan los créditos a aquellos inversores que quieran comprar esos activos.
En definitiva, que aquello de que la banca siempre gana es, en este caso, más cierto que nunca: dinero de la compra de activos + dinero por la colocación de activos + beneficios por los créditos concedidos = beneficio para el balance de los bancos.
Maximizar los beneficios. Y la evolución demográfica, ¿qué pasa con ella?
Según consta en el Plan de Negocio la SAREB va a permitir colocar los activos inmobiliarios en el momento más adecuado “maximizando” los beneficios. De este modo, y en el escenario más conservador se estima que pueden conseguir un beneficio del 15% para el erario público. Insisto, en el escenario más conservador, lo cual da a entender en que se confía en que las cosas vayan mucho mejor. Es decir, que confían en la recuperación del mercado inmobiliario y que volvamos a tiempos si no iguales, parecidos a los de antes de que estallara la burbuja inmobiliaria.
Sin embargo, creo que es complicado que esto vuelva a ocurrir. Sin ser un gran experto en el mercado inmobiliario, basta con tener en cuenta algunas claves macroeconómicas y demográficas que hemos conocido en las últimas semanas para darse cuenta de que es poco probable que la vivienda pueda empezar a subir otra vez como la espuma.
Los cálculos del Ministerio de Fomento indican que en diciembre de 2011 había un stock de vivienda nueva sin vender cercano a las 680.000 viviendas, a esto hay que sumarle los pisos vacíos, cuyos datos nos dará el INE en los próximos días. Sin embargo, los expertos hablan de que podemos estar en el entorno de los cinco millones de casas. Y hasta ahora sólo hemos hablado de vivienda, el suelo todavía no lo hemos tocado, ya que parece poco probable que vaya a recuperar terreno en los próximos años.
Con este stock de viviendas todavía pendiente, que puede rondar fácil los seis millones de pisos, ¿es lógico pensar que hay espacio para que suban los precios? Dependerá de la zona, obviamente, pero en general la respuesta va a ser que NO. En especial porque el crédito todavía no va a fluir, lo que va a hacer que muchos inversores que quieran comprar al por mayor a la SAREB, tengan que estar dispuestos a aguantar mucho tiempo si quieren hacer negocio con gente como usted y como yo o dedicarse al mercado extranjero.
¿Se va a meter usted en una hipoteca si no sabe si mañana va a tener un puesto de trabajo? Parece improbable pensarlo. Y con una tasa de paro que, de cara a 2013 puede crecer hasta cerca del 27%, y que no empezará a bajar con cierta velocidad hasta que el país crezca por encima del 2%, parece improbable que la gente se lance en masa a comprar una casa. Más bien al contrario.
Pero ya no sólo esto. ¿Alguien ha pensado en los datos de población? Evidentemente no. Empecemos fijándonos en los datos del INE acerca de la población española. Si miramos a 10 años (teniendo en cuenta que SAREB tiene una vida estimada de 15), nos damos cuenta de que en 2022 España contará con 45.000.000 de habitantes, es decir, 1 millón menos de los que tenemos ahora mismo. Pero es que en 2032 habrá 43 millones 800 mil. Menos población y, además más envejecida.
Nuestros mayores –salvo un gran cambio de actitud- no se embarcan en comprar una nueva casa. Al contrario. Fíjense en este dato: la previsión del INE es que en diez años, por cada 10 personas en edad de trabajar, habrá casi seis potencialmente inactivas, pero es que en 2032 ya serán casi siete inactivos por cada 10 que estén en edad de trabajar. La capacidad de éstos últimos dependerá, además, de la evolución macroeconómica del país. Según el Gobierno el ciudadano empezará a recuperar capacidad de consumo y renta disponible a partir de 2014, pero especialmente en 2015, sin embargo todavía resulta prematuro hacer una previsión de este tipo.
En definitiva, que SAREB ha planteado un escenario demasiado optimista de cara a los próximos años, ya que confía en varios aspectos: recuperación del mercado inmobiliario, con el consiguiente aumento de precios, y en que vuelva una cierta burbuja inmobiliaria. Sin embargo, no tiene en cuenta factores como los movimientos demográficos, el aumento de la edad de la población y, por si fuera poco, no cuenta tampoco con un dato fundamental: las migraciones que estamos viviendo en los últimos años.
¿Podrá devolvernos una rentabilidad del 15%? El tiempo lo dirá. Ojalá que sí, pero a quien se la da seguro es a los bancos. Señores, hagan juego. Pero cuidado, que la banca –con SAREB- siempre gana.
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