Montar una startup no es solo tener una idea buena, es evitar tropezarte con trampas que ni ves venir. En España ocurre con demasiada frecuencia: solo el 15 % de las startups supera los tres primeros años, y muchas ni siquiera llegan a equilibrar cuentas antes de cerrar. Lo cruel es que no suele ser por falta de talento, sino por errores que, con un poco de cabeza y humildad, se podían haber esquivado.
Muchos equipos lanzan producto sin pasar por el filtro fundamental: ¿hay un problema real que resolver? Lanzar sin validar supone enamorarse de la idea y olvidar lo más importante, escuchar al mercado y girar si hace falta. Esa rigidez estratégica acaba siendo letal, por muy brillante que parezca la tecnología o el diseño.
Tampoco ayuda lanzar sin un modelo financiero bien trabajado. Un 69 % de las startups quiebra porque se queda sin capital antes de generar ingresos estables. Y ojo, no es solo que falte dinero, es que muchas veces no hay control financiero estricto, previsión ni un plan sólido que actualices con perspectiva y realismo. Eso, junto a una ejecución floja, mata más que cualquier adversario externo.
Además, no hay que ignorar algo esencial: si tu equipo no suma experiencia emprendedora o no cuenta con mentores que sepan de esto, la montaña es más empinada. La experiencia no es garantía de éxito, pero si el 92 % de las startups con crecimiento potente tuvo fundadores previos o asesores con trayectoria, pues algo estará diciendo.
Y sí, luego están los problemas propios de ingeniería: sin un producto mínimamente fiable, bien construido, o sin entender que los errores técnicos también hunden proyectos, el mercado no lo perdona. Un startup es probable que fracase antes por fallos en lo técnico que por falta de[…]Leer noticia completa en la fuente original















