Hace algunos años entrevisté a un gestor financiero que era de religión mormona. Una de sus apuestas más importantes y acertadas fue una compañía de tabaco.
Los mormones, se sabe, están en contra del cigarro. El gestor me dijo que él nunca había invertido en tabaco para su propia cartera, pero que tenía una obligación con sus accionistas y debía anteponer los intereses de éstos por encima de sus propias creencias.
Los presidentes ejecutivos también dicen que su obligación principal es maximizar valor para sus accionistas. Los inversionistas como tú o como yo poseemos acciones vía fondos de inversión y no tenemos ningún control sobre lo que el gestor financiero compra o vende.
Bajo esta lógica, nadie siente que es su responsabilidad negarse a invertir en cualquier cosa que no sea ilegal. Esta ausencia de responsabilidad fue lo que me acercó a las inversiones socialmente responsables y a los fondos cotizados (ETF, por sus siglas en inglés).
Un típico fondo socialmente responsable no invierte en tabaco, elige y califica las acciones según criterios ambientales y laborales. Otros están sujetos a las creencias religiosas de las personas (el año pasado, la gestora de inversiones Faith-Shares lanzó ETF especiales para Bautistas, Luteranos y Metodistas).
La inversión socialmente responsable suena sencilla, pero en la práctica supone establecer límites a tus opciones, y ello puede afectar los resultados. Pero, como lo dice el profesor Meir Statman de la Universidad de Santa Clara, a la hora de determinar las inversiones las preocupaciones sociales son tan válidas como cualquier otro enfoque.
La virtud de la inversión socialmente responsable es eso mismo, la virtud. ¿Estás interesado? Ten en cuenta las siguientes recomendaciones:
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