Para comprender la preocupación internacional por la agónica situación que vive Irlanda, basta recordar que Reino Unido, Alemania y Estados Unidos son los principales acreedores del país, seguidos por Francia, Italia y Japón, a mayor distancia.
Pero, para ententer por qué todavía no se ha intervenido el país, hay que mirar también los intereses políticos. Y aquí hay dos focos diferentes: el económico, por el dinero que pueden perder los bancos de los países arriba citados, y el electoral, por los votos que se están jugando mandatarios como Ángela Merkel o Nicolás Sarkozy, cuyos conciudadanos están hartos de tapar los socavones de otros países.
Sin embargo, aunque muchos centroeuropeos puedan pensar que los problemas de Grecia, Irlanda y Portugal deberían resolverlos en sus casas, la realidad es muy distinta, y los terremotos de estos países ponen en jaque a todo el Viejo Continente.