Muchos accionistas de Santander, BBVA y de Caixabank respirarán tranquilos este fin de semana. Las cuentas Oliver Wyman han exonerado a los tres grandes bancos españoles del estigma de acudir al plan de rescate bancario que está pergeñando Bruselas. Es de prever que las cotizaciones contrarresten los descensos que se desencadenaron el derrumbe del Ibex en los dos últimos días. Buen terreno para los traders.
Pero, no sé por qué, me da la espina de que serán subidas de un día. Los datos con los que ha trabajado la consultora siguen siendo los que las entidades proporcionaron en su día al Banco de España. Y la realidad del deterioro económico español es más que seguro que pondrá en la picota todo lo que suene a “marca España” y más en los valores de entidades financieras.
La banca española ha capeado la tormentosa restructuración financiera como ha podido. Pero, no ha conseguido, ni de lejos, aclarar las sospechas que pesan sobre el sector financiero. Ni siquiera los más boyantes han podido quitarse el lastre del ladrillo en sus road shows con los inversores. Y es que, como reconocía un alto directivo de una de las dos grandes entidades hablando del sentir general en su endidad, España pesa más en los balances de lo que se está diciendo.
La entrega del informe de Oliver Wyman no va a suponer, como pretende hacernos ver el ministro De Guindos, el encarrilamiento del sector financiero español. Los que salgan marcados van a entrar en un verdadero calvario bursátil. Pero los que superen la nueva prueba de estrés tienen todavía mucho camino de sufrimiento por delante. En parte, porque no se ha tenido en cuenta en las cábalas de Wyman un rescate el Estado español. Ese que el Gobierno no decide a pedir… En parte porque los líderes europeos no se ponen de acuerdo en recapitalizar directamente al sistema financiero y parece que no va aquedar más remedio que hacerlo vía deuda pública. ¿Podrá asumirla el Estado español?
Cada vez son más las voces de expertos que se suman a la tesis de un default inevitable… y una hipotética quita al uso de la que se aplicó en Grecia tendría un efecto de sunami desvastador en los balances de las entidades financieras más señeras del sistema financiero español, verdaderas compradoras de una deuda pública que nadie quiere fuera de nuestras fronteras.