La administración de la res publica tiene importantes efectos económicos. Unos directos de la propia gestión y otros indirectos, como podría ser la confianza que el país inspira en los mercados internacionales.
Si bien es pronto para evaluar los efectos que tendrá el nuevo poder autonómico y municipal del Partido Popular, podemos intuir algunos puntos de lo que está pasando estos primeros días de resaca post-electoral.
El IBEX
La evolución de este índice de la Bolsa española nos puede dar una idea de el estado de opinión de los inversores.
El lunes, día después de las elecciones cerró a 10.082,70 puntos (descenso del 1,41%) y ayer subió a 10.115,90 (aumento del 3,29%). De este indicador realmente no podemos deducir que las acciones de las empresas españolas se vean penalizadas por el cambio de gobierno regional.
Riesgo soberano
Detrás de esta palabra grandilocuente hay una explicación realmente sencilla: el riesgo soberano es el tipo de interés que nos exigen para comprarnos bonos y demás deuda pública (dejarnos dinero) los inversores internacionales.
No deja de ser tendencioso que los gobiernos se escuden en los llamados ataques especulativos cuando ven subir el tipo de interés de sus bonos. Lo que ocurre es que los prestamistas se fían menos de la posibilidad de que el país les devuelva el dinero en tiempo y modo y le exigen mayor rentabilidad para compensar este mayor riesgo.
Si un gobierno no quiere someterse a este escrutinio internacional lo que tiene que hacer es gastar menos de lo que ingresa. En caso contrario, todos sabemos que los que nos prestan dinero no son nuestros amigos y nos exigen las acciones y reformas que ellos creen más convenientes para sus intereses, que no son otros que sacar una buena rentabilidad.
Para el bono español a 10 años, el día inmediatamente posterior a las elecciones reflejo un miedo hacia la deuda española, ayer el tipo de interés que se nos exige a 10 años bajó al 5,41% y en lo que llevamos de día el indicador vuelve a subir situándose de momento cerca del 5,5%.
A los mercado internacionales les preocupa que haya un Gobierno Central del PSOE y el poder de las CC:AA. del PP, por la probable descoordinación de las políticas económicas. De todas formas, por una vez los políticos deberían dar una lección de capacidad gestora y coordinarse en materia económica. No estamos hablando de ideologías, estamos hablando de el bienestar de muchas familias.
El objetivo número uno debe ser evitar tener que ser rescatados por la UE, ya que las consecuencias serán mucho peores que si hay un esfuerzo común para tranquilizar a los inversores.
Economía nacional
Lo primero que se produce con esta ámplia mayoría del PP es que muchos millones de euros de presupuestos autonómicos y municipales pasan a manos de políticos de este partido (cambian de manos unos 31.000 millones de euros de gasto regional).
La primera preocupación que tendría que tener este partido es gestionar mejor los pocos recursos de los que se disponen. Esta es para mi la prueba de que cumplen con las expectativas de sus votantes: demostrar que realmente saben gestionar mejor los presupuestos públicos.
De momento poco sabemos de las medidas que impulsara el PP más allá de las clásicas recetas liberales de intentar ajustar gastos y potenciar la economía bajando impuestos (cosa que me temo será imposible).
Veremos también cómo están realmente las cuentas autonómicas si se hacen auditorias externas y afloran los verdaderos gastos y facturas pendientes de pagar. Y les recomiendo no se limiten a las autonomías antes gobernadas por otros colores políticos, que puede ser que haya sorpresas en algunos feudos históricos del PP, también.
En este punto quiero hacer una reflexión; no deja de ser muy triste que para conocer el estado de las arcas públicas se tenga que recurrir a herramientas externas. Debería ser el propio mecanismo público que garantizara que las cuentas reflejan la verdadera realidad contable de cada gobierno.
Razones económicas que defienden el adelanto de las elecciones generales o lo desaconsejan hay múltiples, algunas más llevadas por el color político del economista que por razones fundamentadas y fundamentales, creo yo.
Mi postura es más pragmática que política: realmente no me importan las personas que calientan las sillas, lo que me importa es lo que hacen para sacar a España de esta brutal recesión que estamos viviendo. Los gestores del PP que han ganado las elecciones deben orientar todos sus esfuerzos y energías a demostrar que sus ideas funcionan económicamente. La lucha no es política, o no debría serlo ahora, es económica.
La gente en paro y sin expectativas de trabajo quiere hechos, no palabras.