Como si el que esto suscribe fuera el mismísimo oráculo de Zeus en Dodona, en los últimos cinco años muchos amigos me han preguntado cuándo saldremos de la crisis. E invariablemente yo respondía: “depende de cuándo se empiecen a tomar las medidas eficaces; a partir de ese momento, hacen falta no menos de uno o dos años para que se relance un ciclo”. Lejos de ser mejor, hoy la situación es peor que cuando comenzó todo este descalabro, y el paso del tiempo unido a la colección de medidas tomadas justo en sentido contrario al que convenía nos sitúan mucho más remotos de cualquier horizonte de normalidad. Lo siento: también a mí me gustaría mudarme al barrio de la alegría, pero aprovechando la última reforma laboral, y ante la evidente escasez de viajeros, han hecho un ERE en la empresa del tranvía.
No se depriman del todo: también habrá a quien le vaya bien, quien encuentre un buen empleo o crezca en el suyo. Pero esos serán los menos y es mejor asumirlo: melancólica y macroeconomicamente, 2.013 será para España el peor año de los que llevamos desde el fin de la orgía del crédito. Como una trágica Casandra, en vano lo profetizaba yo en Febrero de 2.012: miren si no mi comentario a la reforma de la administración pública.
No hace falta ser un experto en escrutar vísceras de animales para vaticinar que en 2013 habrá menos gasto público, más impuestos y más intereses, que la financiación externa seguirá cerrada, el consumo interno caerá aun más y las exportaciones no despegarán -si prestamos atención al estancamiento de Alemania, Francia o el Reino Unido-, que las empresas presentarán peores resultados y que, merced a la reforma laboral del PP, habrá una nueva ronda de despidos y EREs en los sectores público y privado -a la que se sumarán esta vez compañías otrora emblemáticas como Iberia, Bankia o El Corte Inglés (¡viajes! Y eso que es su filial más viva, porque si pensamos en los centros comerciales… ¡se nos aparece el espectro de los pantalones de mil rayas que acabaron con Galerías!).
Permítanme, ya puestos, una nueva e infausta profecía: estos golpes al empleo y a la conciencia colectiva deprimirán a su vez, en un efecto de segunda ronda, la demanda interna y las cuentas públicas.
El gobierno Rajoy dice que ya ha agotado su arsenal de reformas, que no puede hacer más. Más o menos como ZP en 2.011. Y sí, hemos de admitir que se han empleado a fondo en remozar el cortijo: ambos han urdido reformas laborales (contra la oposición y generando sendas huelgas generales), sin que el mercado laboral genere otro producto más al alza que el parado; al alimón PSOE y PP han perpetrado un puñado de reformas financieras, que han resultado en que la banca (es decir, las cajas) ha encalomado el muerto al Estado sin que con ello se reduzca deuda ni costes, y sus gestores siguen respondiendo ante sus partidos. La tan apremiante racionalización de la administración del Estado ha sido aún más indecorosa: anuncios para despistarnos, cambios de nomenclatura, reclasificaciones y mantenimiento de las inercias (véase gráfico ). Hay muchos votos/clientes en juego.
Imagen 1: El Gatopardo
Y mientras, seguimos a la espera de que se regule un contrato único con indemnización creciente.
Que las reformas laboral y financiera iban a ser un rotundo fracaso ya se podía prever a principios de 2.012: comentario reforma laboral (y financiera) Febrero 2.012. El gran problema del mercado de trabajo en España es la dualidad, que tiene -en palabras de Juan José Dolado- a unos trabajadores (los menos) en el Kremlin y a los demás (la mayoría) en Hong Kong. En nuestros días, aparte del igualitarismo propiciado por la invención del teletransporte de la Plaza Roja al Gulag, que hace del miedo un patrimonio universal, nada se ha avanzado para que en España exista un mercado de trabajo más eficiente y justo. Después de la enésima reforma laboral, las contrataciones temporales siguen superando el 92%.
A día de hoy el número de afiliados a la Seguridad Social sigue menguando, y no nos habrán de sorprender negros augurios como los lanzados últimamente por OCDE, que cifran en 6 millones el número de parados en el próximo ejercicio. No sería pues descabellado que en 2.013 el número de afiliados cayera por debajo de los 16 millones, devolviéndonos a cotas previas a 2.002.
Imagen 2: Gráfico de afiliación a la seguridad social (Fuente: Secretaría Estado de Seguridad Social)
Por otra parte, España aún no ha comenzado a desendeudarse.
Pese a que la Sibila sostiene despiadada la Verdad Oficial de que el grifo de la financiación está cerrado para España, una mirada de refilón a la realidad del país demuestra que no es cierto. Bien es verdad que la mayoría de familias y empresas no gozan de relaciones privilegiadas con entidades financieras y no reciben nuevos créditos o refinanciaciones; pero Díaz Ferrán, la familia Bañez o Izquierda Unida han tenido más más suerte, y las administraciones públicas, empresas y organismos autónomos no paran de endeudarse. Tanto es así, que pese a la parsimonia del crédito particular, el balance neto de nuestra economía aún no se ha reducido.
De hecho, y he aquí un augurio gratuito, cuando lo haga lo esperable es que la economía se contraiga aún más.
Imagen 3: Deuda en España (Fuente Juan Carlos Barba vía Banco de España)
Tampoco es es de extrañar, habida cuenta del desigual acceso a la financiación y de mecanismos como la subida de tipos impositivos, que el ajuste en el empleo se reparta de un modo muy asimétrico entre el sector público y el privado.
Imagen 4: Empleo por sectores público y privado (Elaboración propia Fuente INE: EPA)
España se está descapitalizando y, mientras, se mantienen todas las estructuras duplicadas en ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas.
Una primera lectura del gráfico de empleados en el sector público y el privado nos llevaría a sostener que el sector público se ha mantenido ajeno a la marcha de la economía. Pero todos sabemos que numerosos investigadores y docentes están viendo sus carreras truncadas y que se está reduciendo el personal sanitario en zonas rurales.
Lamentablemente, quienes debían tomar duras decisiones han sido juez y parte en el procso. A costa del tiempo y el futuro de nuestros hijos (y por tanto también del nuestro y del de nuestros mayores) han postergado cualquier reconversión del gasto político. Se han limitado a anunciar medidas cosméticas y dudosamente democráticas, como reducir el número de concejales en 2.015, en lugar de acometer la necesaria fusión de ayuntamientos que en el resto de Europa ya se hizo al final de la Segunda Guerra Mundial.
Se esgrime que se necesitan cambios en la Constitución que permitan la elaboración de leyes específicas para suprimir organismos. Sin embargo, toda demora es dramática y no caben excusas para elaborar un calendario que prevea todas las reformas necesarias para que no se siga sumando tiempo a la creación de empleo.
El cambio de gobierno no ha supuesto ningún cambio de tendencia y, si acaso, es de esperar que 2.013 se parezca a 2.008 y se destruya empleo a más velocidad.
A pesar de que con la llegada de Rajoy la confianza regresaría al país como en verano las oscuras golondrinas, la desolación actual parece desmentir tan valiente pronóstico pre-electoral. Lejos de acometer los drásticos cambios que la situación requería, desde 2008 los gobiernos de PSOE-PP han actuado tratando de preservar la estructura existente y han tomado medidas paliativas que siempre han considerado temporales. No nos cansaremos de oír los reproches de improvisación, transitoriedad y sensación de provisionalidad y de gobierno interino que, con tan inútil como certera puntería, se han dirigido entre sí sus dirigentes. Sin embargo, puesto que los problemas son estructurales y sus administraciones lo han negado, ellas mismas son parte del problema. Que además hayan manejado más de la mitad del sistema financiero ha redondeado el drama.
PSOE y PP, con IU, sindicatos y patronal como cómplices, son la banca.
La actuación de los gobiernos en lo que atañe a la mal llamada banca (sería más exacto que habláramos de las Cajas de Ahorro) es aún más calamitosa, y los cinco años que los gobiernos del PSOE-PP les han dado de financiación con aval del Estado y capitalización de sus pérdidas han hecho que un problema como este, que podría haberse resuelto de manera no demasiado traumática, tenga en estos momentos a todo el país abocado a un rescate total. Un rescate, por cierto, que los de aquí y los de allí demoran con total indiferencia a la putrefacción que dicha espera está propiciando en lo que queda de vida social y económica.
A diferencia de lo que ocurre en el Perú, nosotros sí sabemos, si hacemos un poco de autognosis, cuándo comenzó a estropearse todo en España: el día que nuestros políticos se convirtieron en banqueros mediante su irresponsable y lucrativa intervención en los órganos decisorios de las Cajas. No tendremos días para perdonárselo, y espero no equivocarme si auguro que cada vez más gente se da cuenta:
Imagen 5: Pregunta CIS sobre acción del gobierno
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