En un momento de contracción brusca de la demanda interna, las empresas españolas están haciendo de la necesidad virtud e iniciando un camino de internacionalización que les producirá pingües beneficios, no ya sólo en el corto-medio plazo, sino en cuanto a la sostenibilidad en el futuro más lejano.
Una internacionalización que se está concentrando en la Unión Europea (66,8% de las exportaciones españolas se centran en los 27 países miembros de la Unión), por la simplificación de trámites en general y la facilidad de una misma moneda para los países miembros de la zona Euro.
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