Cuando cambias algo caro y grande en tu hogar: una lavadora, un frigorífico, un televisor de gran formato, lo que estás haciendo realmente es jugar con dos posturas: comprar (y asumir un gasto) o vender/vaciar (y asumir que pierdes). La decisión no es meramente emocional o estética, ocurre que también depende de datos, de costes ocultos y de contexto económico. Tu hogar puede dictarte que cambies algo, pero tu bolsillo debe aprobarlo primero.
Comprar: cuándo es buena idea cambiar ya
Imagina que tienes un frigorífico que ya lleva más de 12 años funcionando, que cada vez consume más, que se escucha más, o que está abriendo la puerta como si ya no quisiera seguir. Cambiarlo, ahora puede significar ahorrar mucho en electricidad, evitar roturas caras, y potencialmente acogerte a ayudas. Por ejemplo, en 2025 se habla del llamado Plan Renove de electrodomésticos, que ofrece descuentos hasta 200 € si renuevas equipos antiguos por otros más eficientes. Eso lo convierte en una buena oportunidad.
También tiene sentido cuando el coste de mantenimiento se ha vuelto exagerado. Si reparar una lavadora vieja, cuesta más del 30 % del precio de un aparato nuevo, pues cámbiala. Y si el consumo eléctrico de tu aparato anticuado, puede representar un porcentaje elevado de la factura (por ejemplo, algunas neveras pueden consumir más de 600 kWh al año) entonces el ahorro acumulado empieza a justificar la compra.
Comprar es buena idea cuando el coste total futuro es mucho mayor que el coste de comprar ahora. Y por eso no solo vale ver el precio de la nueva máquina, sino también cuánto te cuesta mantener la actual, y cuánto te aporta de rendimiento.
Vender o esperar: cuándo no conviene sin más cambiar
Ahora bien, hay momentos en los que cambiar algo simplemente porque “ya[…]Leer noticia completa en la fuente original















