Con apenas tres días de margen se han publicado los principales indicadores del empleo del país y de nuevo sus resultados no pueden ser más diferentes. La primera en publicarse fue la Encuesta de Población Activa del segundo trimestre, más conocida como EPA, y que se encarga de elaborar el Instituto Nacional de Estadísitica (INE). Según sus datos, España sumó 32.800 parados entre abril y junio y acumula ya 4.650.000 desempleados con una tasa de paro del 20,09%, cuatro décimas más que en el primer trimestre.
Se trata de cifras no muy halagüeñas y de hecho el único punto positivo llega por parte del aumento en 82.700 del número de ocupados, aunque como con lupa. La radiografía no permite ser muy optimista y como resumen Rafael Pampillón, nuestro mercado laboral genera ahora más paro, más ocupación y más población activa.
La visión que ofrecen las cuentas del Ministerio de Trabajo es diferente. Según sus datos el paro bajó en julio en 73.790 personas y acumula ya cuatro meses consecutivos de caídas. Lo más curioso sim embargo es que deja el número de parados en 3.908.578, casi 750.000 menos que la EPA.
Aún partiendo de la base de las diferencias temporales, las divergencias son demasiado grandes como para no levantar suspicacias. Un sólo mes de diferencia -la EPA se refiere al segundo trimestre y los datos del Ministerio de Trabajo al primer mes del tercer trimestre- no explica unas cifras tan dispares. Además, si sumamos los datos del Gobierno correspondientes a los abril, mayo y junio, las cifras son bien diferentes. En ese periodo los Servicios Públicos de Empleo Estatal (SPEE) registraron 184.245 parados menos.
En esta tesitura, lo normal es preguntarse ¿Quién tiene razón? ¿Quién acierta? Antes de responder, es necesario saber por qué son diferentes los datos de ambas y la solución es bastante sencilla: mientras que el ministerio mide los datos de los registros del SPEE -es decir, la gente que se apunta al paro y que está dada de alta en la seguridad social-, la EPA, como su propio nombre indica, es una encuesta y por lo tanto su registro va más allá de lo oficial. En este sentido, la EPA sí registraría personas que están buscando trabajo pero no están dadas de alta en el SPEE o en el INEM.
A la vista de los datos, se puede decir que la EPA es algo más fiable o por lo menos que configura una imagen más acorde a la realidad. Tanto es así, que es la que se utiliza para determinar la tasa de paro, ya que también toma información sobre la población activa. Esto no quiere decir que los datos ministeriales sean falsos, ni mucho menos, sólo que no recogen todo el espectro de posibilidades y dejan fuera a personas que efectivamente se encuentran en paro.
Pero al margen de todas estas diferencias, lo que cada vez parece más clara es la necesidad de revisar el sistema de desempleo español. Por una parte el es el INEM no está siendo capaz de cumplir con su segunda función de colocación de la bolsa de desempleados pese al lanzamiento de Red Trabaja -que por otra parte reúne información más que interesante entorno al mercado laboral y la búsqueda de empleo- y por otra se cuestionan sus políticas de remuneración a los desempleados en un entorno de control del gasto público.
Ha sido el propio presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, quien ha comentado la necesidad de una reforma del INEM aunque de nuevo sin dar pistas sobre la misma. Lo único que parece claro es que con tasas del paro superiores al 20% y la previsión de que se mantengan en esos niveles durante los próximos meses e incluso que suban, el sistema de prestación por desempleo supone una presión añadida para las arcas del Estado e incluso un gasto difícilmente sostenible. Lo que habrá que ver es si el recorte presupuestario llega del lado de las prestaciones o, por el contrario, se ataca el ineficiente sistema de formación de los trabajadores que por el momento no está dando los frutos esperados, si bien todavía puede ser demasiado pronto para ver los mismos.