- Las 100 personas más ricas del mundo incrementaron su fortuna en 240.000 millones de dólares en 2012.
- Intermon Oxfam alerta sobre el riesgo que conlleva la extrema desigualdad financiera que existe como consecuencia de la crisis financiera.
- Por mucho que ganen los ricos, el motor del consumo mundial está en el gasto de las clases medias.
Las 100 personas más ricas del planeta incrementaron su fortuna en 240.000 millones de euros durante 2012, cantidad suficiente como para terminar cuatro veces con la pobreza extrema. Así lo destaca el último informe de la ONG Intermon Oxfam que se presenta esta semana para denunciar las pésimas consecuencias de la desigualdad financiera ante el Foro de Davos, que comienza el miércoles 23.
El estudio ‘The cost of inequality: how wealth and income extremes hurt us all (El coste de la inequidad: cómo la riqueza y los ingresos extremos nos dañan a todos). Analiza que una de las principales consecuencias de la crisis financiera ha sido la de amplificar la brecha entre los más ricos y los más pobres. Según los datos que manejan, el 1% de las personas más ricas del planeta ( un selecto grupo de 60 millones de personas) han incrementado sus ingresos en un 60% durante los últimos 20 años. Esta tendencia no es sólo un problema entre países ricos y países pobres, sino que se da de igual forma en países del primer como del tercer mundo. En el informe se asegura que, por ejemplo en Reino Unido la desigualdad ha crecido tanto que está alcanzando niveles que no se veían desde los tiempos de Charles Dickens. Y que en China, las diferencias económicas están en niveles muy similares a los de Sudafrica, un país considerado el más desigual del planeta y que lo es en la actualidad mucho más que en la época del final del Apartheid.
Roosevelt o Brasil, modelos a seguir
Por ello, Intermon Oxfam pide a los principales líderes del planeta que estudien medidas para cerrar esa brecha. «Al menos para volver a los niveles de los años 90 del siglo pasado», piden. «Esto debilita la actividad económica y hace la vida más difícil para el resto particularmente para los más vulnerables y los más pobres.”, advirtió durante la presentación del estudio José María Vera, director de esta ONG.
Estos extremismo no sólo son dañinos desde el punto de vista económico, también tiene un fuerte impacto desde la perspectiva medioambiental: se estima, en el informe presentado, que cada uno de los sujetos incluidos en el grupo del 1% de los más ricos del planeta consume unas 10.000 veces más.
Más allá de los límites morales y éticos que implica esta desigualdad, los analistas de Intermon Oxfam quieren recordar a los líderes económicos mundiales algo que ya dijo Henry Ford hace muchos años. Y es que, si bien algo de desigualdad estimula la economía un exceso de esta puede tener consecuencias pésimas. A medida que se reducen los salarios de las clases medias se contrae el consumo mundial y por mucho que puedan consumir los más ricos su demanda tiene un límite.» ¿Cuántos yates puede comprar un multimillonario?», se preguntan los autores.
En los últimos años parece que se ha asentado la opinión generalizada de que no hay otra alternativa a la salida de la crisis, pero la realidad económica es muy diferente. Desde Intermon invitan a los líderes de Davos a revisar las decisiones que ya tomó Roosevelt tras la crisis de los años 30 del siglo pasado, que dieron más poder de consumo a la clase media y que se convirtió así el motor de la economía estadounidense. Otro ejemplo, que desde la ONG consideran modélico es el de Brasil, que ha sido capaz de mantener un potente crecimiento económico al tiempo que reducía la desigualdad económica.
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Imagen:CC by just clicked
Lo que muchos súper ricos no comprenden es que su gran riqueza individual proviene en muchos casos de los pequeños gastos de una multitudinaria clase media que pueden permitirse comprar productos de sus empresas. Si esa clase media por sobrepresión y asfixia es transformada en clase baja, ya no podrán mantener el modelo de consumo que hace al rico más rico. Y al súper rico sólo le quedarían en un caso extremo (suponiendo que no desemboque antes en un conflicto bélico) dos opciones: O No gastar nada de su fortuna para preservarla ante los bajos ingresos (lo que implicaría en muchos casos renunciar a un nivel de vida al que están acostumbrados) o bien «perder dinero a corto plazo para mantener los ingresos a largo plazo».
Y eso se hace invirtiendo en la creación de empleo para las clases medias que son los potenciales compradores de los productos en general ofertados. Una sociedad con tasas de paro insostenibles en la que cada vez hay más desigualdades sociales está avocada a estallar por algún sitio o a arruinarse, ya que ningún gran gigante se mantiene sobre pilares de palo.
En una sociedad moderna capitalista, la riqueza debe cambiar de manos y moverse. Si se para, la sociedad se hunde. Luego lejos de lo que esta noticia pueda suponer para las grandes fortunas (positivamente), el descenso de la clase media y aumento de la clase baja supone a largo plazo pérdidas para los súper ricos, ya que con una baja demanda sólo ellos gastarán dinero. El dinero en una sociedad de libre mercado es como los líquidos, tiende a permanecer uniformemente distribuido entre consumidores.
En resumen, todo lo que sube baja.