Antes de escribir esta entrada, me he tomado la molestia de contar los e-mails que me han llegado este fin de semana (107 para ser concretos) preguntándome acerca del escenario que compartía con vosotros a principios de diciembre, y del descanso que esperábamos para la segunda quincena de enero en los mercados.
Dada la avalancha de e-mails, justo hoy quiero repasar abiertamente algunas de las cuestiones que más me habéis hecho llegar acerca de los bonos y su papel de indicador líder sobre los mercados.
Lo primero que debemos saber es que el bono y la bolsa tienen una relación “íntima” en los mercados, de forma que lo que sucede en los bonos afecta de forma “retardada” a las bolsas de valores. El bono es un indicador líder y su marcha es pareja, hasta cuando las cosas empiezan a torcerse, generando señales de peligro que, si bien tardarán unos meses en reflejarse en la bolsa, nos servirán para ponernos alerta y adelantarnos a mercados bajistas.
Históricamente descensos superiores al 15-20%, en el precio de los bonos a 30 años, y alrededor del 10% para los bonos a 10 años, han sido preludio de mercados bajistas tal y como podemos apreciar en los siguientes ejemplos:
Nota: En los gráficos que veréis a continuación, la línea discontinua pertenece al precio de los bonos y la continua al S&P500.
En 1980 el director de la Reserva Federal, Paul Volcker, aumentó la tasa de interés de EEUU atrayendo capitales de todo el mundo. El objetivo era lograr que la afluencia de divisas bajara la inflación y relanzara la maquinaria productiva norteamericana que estaba en recesión. Como es lógico, esta política restrictiva tuvo su influencia en el precio de los bonos, que perdieron un 40% en algo más de un año.
Tal y como podéis ver en la imagen de arriba, la acusada caída del bono advertía sobre un posible inicio de crash en las bolsas, que llegaría 6 meses después en el mercado bajista de principios de los 80, en el que las bolsas de valores perdieron más de un 25% de su valor.
1987:
No fue la mayor caída de la historia del Dow Jones, pero tiene la fama de serlo. Han pasado más de dos décadas, pero el famoso y dramático ‘Lunes Negro’ –‘Black Monday’ para los anglosajones- todavía retumba en las memorias de millones de norteamericanos. Aquel fatídico 19 de octubre de 1987 los cimientos de la mayor bolsa del mundo, Wall Street, se tambalearon por el pánico de millones de inversores que se lanzaron en masa a vender sus acciones.
Para muchos este es el cisne negro por excelencia que, para el que no lo sepa, significa que estamos ante un hecho improbable, impredecible y de consecuencias imprevisibles.
Este tipo de “titulares” a mí nunca me han gustado, ya que son la típica respuesta fácil que invita a dejar pasar por alto hechos que si se estudian nos pueden resultar útiles para el futuro.
Una vez más el bono tuvo la clave y la caída del precio, en más de un 25% terminó con aquel fatídico lunes que muchos siguen creyendo que fue impredecible.
2000-2002:
Ya estamos mucho más cerca del presente y seguro que muchos de los que leáis este artículo ya estabais participando en las bolsas de valores en la famosa crisis de las “puntocom”.
Desde finales de 1998 el bono estadounidense empezó a gotear poco a poco a la baja, hasta llegar a perder la friolera de un 35,7%. Una vez más el bono advirtió de que la fiesta alcista estaba a punto de terminar, y sucedió que en el año 2000 las bolsas de valores empezaron a formar un techo que desencadenaría en un mercado bajista que llevó a perder al índice S&P500 un 47% de su valor.
2007-2009:
Por último veremos que el bono (en este caso el alemán a 10 años) también nos advirtió de que algo malo se acercaba cuando desde 2006 la deuda germana estaba de capa caída. Lo que sucedió un año después todos lo sabemos, un mercado bajista que llevó al SP500 a perder un 56% en el que es ya uno de los mayores mercados bajistas de la historia de las bolsas de valores.
Ahora que ya entendemos con ejemplos históricos cómo la caída en los precios de los bonos termina por afectar a las bolsas de valores, es momento de recurrir a ejemplos mucho más recientes, para entender mejor el futuro escenario que puede presentarse en la renta variable.
Como podéis ver, tal y como marcan los ciclos de negocio, las caídas en los bonos fueron preludio de descensos en la renta variable internacional. Ahora bien, hay una anomalía a la que debemos estar preparados de cara al futuro: los retrocesos en el precio del bono no llegaron al 10% que se ha exigido como mínimo históricamente. En el caso de los retrocesos de 2010, los bonos anteriormente sólo cedieron un 6,27%, mientras que el retroceso del SP500 del 2011, los bonos tampoco llegaron al 10% de retroceso, quedándose en el 8,33%, lo que fue suficiente para desencadenar caídas en la renta variable superiores al 20%.
Por su parte, el penúltimo episodio de retrocesos en el SP500 del año pasado fue advertido también por los bonos. Fijémonos en el gráfico: una caída aproximada del 4% de los bonos alemanes causó un descenso aproximado del 9,5% en el selectivo S&P500.
El último ejemplo vivido os lo he resaltado en azul, cuando una caída del 3% de los bonos nos advirtió del descenso que llegaría a la renta variable los pasados meses de octubre/noviembre y que seguimos de cerca en este mismo blog.
Ahora mismo, tal y como expliqué en el vídeo del otro día, estamos a la espera del retroceso que os he resaltado en verde sobre el gráfico, y que debería de llegar en las próximas semanas.
He fijado en el gráfico unas flechas negras bidireccionales para que podáis ver la relación causa/efecto entre ambos productos con facilidad.
Como vemos el mercado actualmente es mucho más sensible a las caídas en el precio de los bonos (subida de su rentabilidad) y esto se debe en gran medida a que seguimos en un mercado históricamente caro y por lo tanto con escaso atractivo en lo que a dividendo se refiere. Para hacer este estudio yo siempre empleo otro de los indicadores de Stan Weinstein, conocido como ratio precio/dividendo, y que lo podéis encontrar en la página 304 del libro de “Secretos para ganar dinero en los mercados alcistas y bajistas” del que recomiendo fehacientemente su lectura, dada la gran utilidad tanto de la operativa como de los consejos que se exponen en el mismo. El ratio precio/dividendo es un indicador de largo plazo que expresa los precios de los valores como múltiplos de sus dividendos. En otras palabras, es lo que costaría, en términos de precio del valor, comprar dividendos por valor de un dólar.
Todo el mundo habla sobre el mercado en términos de barato o caro, pero eso es subjetivo. Sin embargo, este indicador nos ofrece la posibilidad de decidir objetivamente. Los descensos de la proporción P/D hacia el área 14 o 17 se han producido cuando los valores eran gangas poco comunes. Por otro lado, un movimiento por encima de 26 ha sido una lectura muy peligrosa, mientras que una cifra superior a 30 ha sido una señal de que los valores están extremadamente caros.
Un poco de historia:
Para ver todo lo que os he dicho más claro, aquí os traigo la imagen del histórico de este ratio desde 1892 hasta 1982. Estamos ante un gráfico de 90 años que muestra claramente cómo, cuando esta relación se ha movido por debajo del nivel de 17 (hacían falta 17 o menos años para recobrar nuestra inversión vía dividendos), se han iniciado importantes mercados alcistas. Por otro lado, cuando este ratio se ha movido por encima del nivel 30 (hacían falta 30 o más años para recobrar nuestra inversión vía dividendos), las alarmas saltaban y no se tardaba mucho en producirse episodios de crash en los mercados.
Un ejemplo bastante evidente de todo esto, está en ver cómo a comienzos de los 50 la bolsa tenía valoraciones muy atractivas. No era casualidad que ascendiera como un cohete. Un mercado así es estable, hasta que llega a niveles caros. Este suceso acontece claramente en los 65-75, y la bolsa lo paga.
Ahora prestar atención al siguiente gráfico:
Ahora mismo os estaréis preguntando por qué a partir de los 90 el mercado subía sin frenos y el ratio P/D también, alcanzando holgadamente lecturas de mercado muy caro. La respuesta sencilla es que desde los 90, el precio del dinero cayó a niveles bajos (caída del rendimiento de los bonos), lo que generó un interés evidente en la bolsa, debido a que ningún otro producto rentaba lo suficiente, y ahí está la clave: se generó un “ambiente” propicio que finalizó en una burbuja increíble que estalló en el 2000 y que todavía seguimos purgando a día de hoy. Cuando el rendimiento del bono está artificialmente bajo, las valoraciones P/D superiores a 30 pueden tener sentido.
Ahora bien, esto tiene una consecuencia clara que está afectando a la renta variable actual. No olvidemos, que la lectura del ratio P/D está en la friolera de 51 puntos. Es decir, si queremos recuperar nuestra inversión en bolsa, teniendo en cuenta únicamente los dividendos, necesitamos la friolera de 51 años, o lo que es lo mismo, la rentabilidad por dividendo de las bolsas está por los suelos, y esto propicia que a la mínima que suben los rendimientos de los bonos (caída de sus precios entorno al 6-9% como hemos visto anteriormente), el dinero sale de la bolsa y busca refugio en los bonos, que también rinden poco, pero al menos son más seguros.
Así pues, resumiendo todo, sabemos que en la actualidad el mercado es especialmente sensible a las caídas de los bonos, y es un elemento que debemos de vigilar para adelantarnos a futuros movimientos bajistas en las bolsas.
En líneas generales, podemos decir que los movimientos bajistas en las bolsas se producen con una media de 6 meses de retraso aproximadamente sobre los bonos (ojo que no tienen por qué ser seis meses exactos), y que por cada punto porcentual de retroceso en los bonos, el Standard & Poor’s 500 ha cedido una media del 2,5% desde sus máximos precedentes.
Teniendo en cuenta estas premisas, y siguiendo los patrones de las últimas ocasiones en el bono ya podemos proceder a calcular la magnitud del próximo descanso que estamos esperando.
En el gráfico os he señalado dos puntos, el área azul, sería la advertencia de los bonos sobre la última caída vivida en la renta variable en octubre/noviembre del pasado año y la zona entre las líneas rojas es el descanso que está por venir.
Fijaos que siempre que me refiero a él, lo cito como “descanso” y no como mercado bajista, ya que si tenemos en cuenta que la caída del bono (4,15%) y lo multiplicamos por 2,5 que como he dicho antes son los puntos porcentuales que suele caer el SP por cada punto porcentual del Bund, tenemos un resultado de caída en torno al 10% (tal vez algo más) en el SP500. Un 10% de caída ni mucho menos puede ser considerado históricamente como un mercado bajista, más bien un descanso dentro de la tendencia alcista, por eso el matiz de “descanso”.
Ahora falta por ver dónde se para el SP 500 para empezar a hacer nuestros cálculos de la caída, pero tal y como comentaba el lunes en el ranking, mientras llega y no llega el “descansito”, sigo manteniendo mis posiciones alcistas. No hay que precipitarse, cuando llegue el momento, ya tendremos tiempo de cubrir.
¡Feliz martes inversores!
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