Probablemente la lectura de este artículo pueda resultar, en principio, un poco sorprendente, pero, con toda probabilidad y si el lector ha reparado en su entorno inmediato en ciertos detalles cotidianos, va a reconocer que, efectivamente, las dificultades que la búsqueda de empleo están generando entre millones de personas en nuestro país nos están aportando, además de los graves problemas que todos podemos conocer, una serie de elementos que realmente agravan aún más las circunstancias personales de muchas personas en desempleo.
Estos elementos son muchos e inciden en todos los órdenes de la vida de quién se encuentra en situación de desempleo, aunque una buena parte de ellos tienen un nexo común; buscar empleo se ha convertido realmente en algo muy similar al mismo hecho de realizar un desempeño laboral, con, la frustración añadida del desconocimiento del futuro inmediato para quien se ve en esta situación. El periodo de desempleo no se vive ya como una época entre empleos (para quien tuvo uno) o un periodo de acercamiento al mercado laboral, al contrario, se vive como un periodo de trabajo (el de buscar empleo) en el que comienzan a aparecer, por supuesto, los mismos síntomas que se pueden encontrar en determinadas enfermedades profesionales de nuevo cuño.
Antes de la llegada de la crisis se prodigaron los diagnósticos de una serie de, vamos a denominarlos, síndromes, directamente relacionados con la actividad laboral, síndromes que hoy en día realmente, aunque por supuesto sigan existiendo y manifestándose, se han enterrado en favor de la tabla rasa que otorga el valor de tener un trabajo estable.
Síndromes de ayer y hoy
El síndrome post vacacional o el síndrome de agotamiento psicológico del trabajo o SQT, denominado en inglés burnout, generaban ciertamente ríos de tinta, y, por aquel entonces, nos hacían ver que el trabajo era importante pero que tal vez deberíamos tomárnoslo de otra manera.
Curiosamente, en el caso del último de estos síndromes, del burnout, cada vez se asienta con más fundamento la teoría de que se trata actualmente de un síndrome realmente aplicable de manera directa muchos casos de personas en desempleo, donde se encuentran muchos de los síntomas que identifican a este síndrome.
Además de lo evidente, nos encontramos con el hecho de que tanto los síntomas de este estado de estrés avanzado, como los perfiles de quienes lo sufren, son prácticamente los mismos tanto en situación de empleo como de desempleo, aunque en una primera instancia en la época de vacas gordas se identificaba más con trabajos de alto riesgo de estrés (donde sigue instalado, por ejemplo en la docencia) en la actualidad, y dentro del perfil de edad entre 30 y 50 años, se puede asociar de manera directa a los parados de larga duración.
Debemos en este punto tener en cuenta que como enfermedad profesional el SQT se encuentra reconocido como tal por la Organización Mundial de la Salud, aunque, dentro de los perfiles que reconocen esta enfermedad se sigan ubicando los citados anteriormente, relacionados con profesiones como la docencia, la seguridad o la alta medicina, y se muestra como ciertamente peligroso por cuanto puede llegar a conducir a quien los sufre a trastornos más agudos como depresiones ansiedad y diversos trastornos mentales.