Entre las consultas más frecuentes que se hacen sobre deducciones fiscales, destaca la relacionada con el gasto en ropa. ¿Es posible incluirlo en el IRPF? La respuesta es clara: solo en casos muy concretos.
En las siguientes líneas explicamos cuándo se puede deducir ropa en la renta, qué entiende Hacienda por vestuario laboral y qué condiciones deben cumplirse.
¿Cuándo se puede desgravar la ropa en el IRPF?
La normativa fiscal establece que solo se puede desgravar un gasto si está vinculado de forma exclusiva a la actividad profesional. En el caso del vestuario, esto implica que la ropa debe usarse únicamente en el entorno laboral, y no tener un uso personal o cotidiano.
Por tanto, la ropa de trabajo puede ser deducible siempre que cumpla estas condiciones:
- El vestuario es necesario para desarrollar la actividad.
- No puede utilizarse fuera del ámbito profesional.
- Se dispone de una factura a nombre del autónomo o empresa.
¿Qué considera Hacienda como ropa de trabajo?
La Agencia Tributaria acepta como ropa deducible aquella que es específica del puesto y no se puede usar fuera del entorno profesional. Algunos ejemplos:
- Ropa industrial: monos, cazadoras, pantalones multibolsillos, petos, chalecos o calzado de seguridad.
- Vestuario de cocina y hostelería: chaquetillas, delantales, gorros de cocina, camisas o polos serigrafiados con el logo de la empresa.
- Uniformes sanitarios: batas, pijamas, zuecos u otros elementos propios del personal médico.
- Sector estética y peluquería: casacas, delantales y pantalones personalizados.
- Equipos de protección individual (EPI): guantes, gafas, cascos, arneses, parkas o chalecos reflectantes.
En todos estos casos, el denominador común es que la ropa se identifica claramente con la actividad profesional, ya sea por sus características técnicas, por motivos de seguridad o porque incorpora elementos corporativos (logotipos, colores, etc.).















