Pasar de una idea brillante a un producto mínimo viable (MVP) es como cruzar un terreno plagado de trampas. Muchos startups tropiezan en pasos clave y terminan perdiendo tiempo, dinero o ilusión. Aquí te cuento cuáles son esos errores frecuentes y cómo esquivarlos si quieres que tu proyecto avance con fuerza.
Riesgo de sobrediseñar antes de validar
El error más común que veo es que los fundadores quieren incluir todas las funcionalidades imaginables desde la versión inicial. Piensan: “si lo lanzo completo va a gustar más”. Grave error. En ese afán por perfeccionar, retrasan el lanzamiento y pierden la oportunidad de aprender con usuarios reales.
El MVP no debe ser una versión barata del producto final, sino una herramienta de validación rápida. Su misión es testear hipótesis esenciales, no impresionar con cada detalle visual o técnico. Si incluyes funciones que no aportan al aprendizaje, estás diluyendo tu foco. Muchos casos exitosos empezaron con prototipos mínimos, incluso manuales detrás de escena, para comprobar si alguien realmente pagaría por lo que propones.
Otro fallo ligado a esto es obsesionarte con la arquitectura escalable o con cubrir cada caso de uso antes de tiempo. Esa mentalidad te mantiene meses encerrado en desarrollo, mientras el mundo real avanza. Lo que más valor aporta ahora es lanzar algo imperfecto, recibir feedback y ajustar rápido.
Ignorar el mercado real y no interactuar con usuarios
Un MVP hecho desde tu despacho sin salir al mundo es un ejercicio de vanidad. Construir sin medir, sin ver cómo reacciona la gente, es casi como lanzar una moneda al aire. Si no interactúas con tus potenciales usuarios o clientes, vas a resolver un problema que tal vez no existe.
No basta con hacer encuestas superficiales. Lo que cuenta es ver cómo usan (o no usan)[…]Leer noticia completa en la fuente original















